Caminamos hacia la asfixia

بقلم: Lorena Viñas Rodríguez
2019-08-08 08:58:47

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Foto: Archivo.

Por: Guillermo Alvarado

El planeta camina literalmente hacia la asfixia, y no me estoy refiriendo a la ola de calor agobiante que sufren numerosas regiones y está descongelando a Groenlandia, sino a la preocupante reducción de bosques y la pérdida de capacidad para reciclar el carbono que producen los irracionales modelos de producción y consumo.

Así lo precisó un informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre la Evolución del Clima, donde se analiza la interacción entre el cambio climático, el estado general de los suelos y la desertificación.

Un artículo al respecto de la periodista Marie-Noëlle Bertrand, publicado en el diario francés l'Humanité, apunta a lo peligroso de la situación actual. En estos momentos la relación entre la generación de bióxido de carbono, el CO2, por la actividad humana y la capacidad de la masa forestal para absorberlo está llegando a un punto de equilibrio cero.

Para expresarlo en números, las selvas tropicales tienen en un año promedio la capacidad de retener dos mil 970 toneladas de CO2, pero la pérdida por la deforestación masiva equivale a dos mil 860 toneladas de carbono. El saldo es ligeramente positivo, pero eso no se va a mantener así por mucho tiempo.

La perspectiva es que en un plazo relativamente corto, la emisión del bióxido de carbono por la combustión de motores de vehículos, la generación de energía eléctrica, la calefacción y la industria, entre otras cosas, sea superior a lo que puede retener la masa forestal.

A partir de ese momento, la humanidad simple y llanamente se encaminará hacia la asfixia, y no precisamente en un sentido metafórico.

Lamentablemente aunque se trata de datos comprobados luego de minuciosos estudios, todavía hay quienes no tienen conciencia de lo que esto significa para el futuro de toda la especie y continúan mostrando una conducta inapropiada.

Por ejemplo, en Brasil durante el mes de julio reciente desaparecieron dos mil 254 kilómetros cuadrados de bosques, lo que significa un incremento de 278 por ciento respecto a igual período de 2018.

El presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro niega estas cifras y asegura que se trata de “perjudicar la imagen” del país sudamericano, pero son datos minuciosos proporcionados por el gubernamental Instituto Nacional de Investigación Espacial, encargado de medir la deforestación en la Amazonía.

A la tala inmoderada de árboles se suman otros problemas, como el cambio climático y la sequía que trae asociada, que impide que los bosques se regeneren, por no hablar de los incendios forestales, cada vez más grandes y destructores.

En el fondo del problema está la acción depredadora del hombre, que durante mucho tiempo pensó que la naturaleza era como una enorme despensa inagotable de recursos, sin caer en cuenta de que todo tiene su límite y medida.

Una vez más me vienen a la mente aquellas palabras del genetista francés Albert Jaquard, cuando dijo que la desaparición del hombre sería una tragedia desde el punto de vista biológico, pero al día siguiente los animales y las aves en el bosque estarían más contentos.



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