Por: Roberto Morejón
Líderes evangélicos fundamentalistas difunden sus ideas en países latinoamericanos y se asocian a políticos conservadores hasta servir de soporte al avance de la derecha en el subcontinente.
Varias publicaciones digitales se hicieron eco recientemente de una exhaustiva investigación de Giannina Segnini y Mónica Cordero que establece entre otras líneas de pensamiento un vínculo entre grupos evangélicos de línea dura, América Latina y los inquilinos de la Casa Blanca.
Entre esos últimos sobresalen el vicepresidente Mike Pence y el secretario de Estado Mike Pompeo, ambos cristianos evangélicos y a la cabeza de lo más retrógrado en el equipo de Donald Trump.
La indagación de las articulistas por cuenta de Columbia Journalism Investigations, el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística y 15 medios de estudio destaca la expansión de las ideas de los evangélicos fundamentalistas por la región al sur del Río Bravo, con el beneplácito de Washington.
Entre los los colectivos más dinámicos citados por los analistas sobresale la Oficina de la Fe y la Oportunidad de la Casa Blanca, con vínculos estrechos con Israel.
No asombra entonces que esas expresiones de reflexión busquen seguidores a la decisión de Estados Unidos de trasladar su embajada de Tel Aviv hacia Jerusalén Oriental, en contra de resoluciones de la ONU.
El derechista presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, acusado de fraude en las últimas elecciones en su país, recibió fuertes compulsiones de sectores evangélicos durante una visita a Estados Unidos, para que imitara a Trump en ese sentido, y a la postre lo hizo.
Precisan las investigaciones que desde la creación de la Oficina de la Fe en la Casa Blanca, Trump y los líderes evangélicos trataron de mantener sus actividades con perfil bajo para ser más efectivos en sus gestiones.
Los líderes evangélicos comprometieron su apoyo político a Trump desde el inicio de la campaña presidencial del 2016, a cambio de promesas de favores políticos.
Ahora le hacen el juego al magnate inmobiliario y apoyan en América Latina a políticos tan retrógrados como el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, quien disfruta del espaldarazo de los evangélicos fundamentalistas de su país desde la campaña electoral.
Con el respaldo al polémico gobernante brasileño, los evangélicos brasileños confirman una línea de trabajo también apreciada en otros segmentos de línea muy activa en países de América Latina.
Las denominaciones evangélicas han pasado del otrora distanciamiento al compromiso político con partidos y candidatos propios o sumados de otras manifestaciones de la fe.
Representantes de la derecha le hacen guiños a los evangélicos recalcitrantes tanto por su comunión de ideas como por el respaldo material y financiero y las redes de difusión que obtienen, en una asociación que debe llamar a la alerta permanente.