Por: Roberto Morejón

La ardua gestión del Ministerio cubano de Educación y la sociedad para disponer del número necesario de maestros y profesores recibirá un aliento con el regreso de miles frente a las aulas, aunque el déficit continúa.

Más de ocho mil docentes retornarán a las escuelas o desistieron de jubilarse o pedir su baja, luego del aumento salarial decidido por el gobierno, en beneficio del sector presupuestado o estatal.

La noticia del regreso de docentes es estimulante, pero el Ministerio del ramo continuará insistiendo en nutrir las escuelas pedagógicas.

Allí se adiestran los futuros maestros y profesores con todas las herramientas para impartir clases amenas e instructivas.

La baja matrícula de las escuelas pedagógicas durante años constituye aún un problema en Cuba, dada la desmotivación de jóvenes hacia la especialidad, trabajo vocacional insuficiente y un clima de reconocimiento a los educadores en ascenso, aunque todavía por debajo de lo esperado.

Los funcionarios logran cada año cubrir las vacantes de pedagogos en los sistemas de enseñanza mediante contrataciones de estudiantes universitarios y profesionales de la producción y los servicios, a fin de que ningún niño, adolescente o joven quede sin maestro.

Sin embargo, se insiste atinadamente en lograr graduaciones más elevadas en las escuelas pedagógicas, donde ingresan discípulos con nivel medio superior, y en las Universidades.

Solo así podrá contarse con docentes mejor preparados y favorecer la composición de asignaturas deficitarias como Matemática, Química y Física.

La mayor de las Antillas iniciará el año lectivo 2019-2020 con 29 escuelas pedagógicas con una matrícula de más de 28 mil estudiantes, un paso inspirador del buen trabajo realizado hasta ahora.

Gracias a esa labor, por ese conducto se titularon en los últimos seis años casi 26 mil maestros que hoy imparten clases mientras que en centros de altos estudios se han ocupado casi 5 mil plazas, número superior al curso anterior.

Ahora es importante cautivar a los jóvenes estudiantes de pedagogía para permanecer en el mismo terreno.

De esos jóvenes se espera mucho para concretar el ansiado vuelco a la calidad del trabajo en todas las escuelas.

Ellos deberán distinguirse por su mayor compromiso en la preparación de los escolares en los aspectos técnico y de cultura general y al inculcarles a las nuevas generaciones los valores ciudadanos.

La sociedad necesita de maestros y profesores integralmente calificados que no concluyan su labor preceptora al finalizar la clase y la extiendan a las actividades extraescolares y a su vinculación con la familia.