Por: Guillermo Alvarado

Como si no fueran suficientes los problemas desencadenados en la economía mundial por la guerra comercial que Estados Unidos mantiene contra China, ahora al presidente Donald Trump se le ocurrió abrir un nuevo frente al anunciar aranceles adicionales contra un viejo aliado, la Unión Europea.

El próximo 18 de octubre entrarán en vigor impuestos a la compra de varios productos elaborados en el Viejo Continente, entre ellos los vinos franceses, que serán gravados con el 25 por ciento, igual que el whisky escocés e irlandés y los quesos provenientes de todos los países de ese mecanismo de integración económica y comercial.

Aceitunas españolas, suéteres y vestimentas de lana, así como herramientas y café de Alemania entran en el listado. El meollo del conflicto, los aviones del consorcio europeo Airbus, también serán afectados con el 10 por ciento de impuestos.

En términos técnicos, todo arranca de una queja que presentó Washington ante la Organización Mundial del Comercio, OMC, por supuestos subsidios ilegales que la Unión Europea brindaba a la firma Airbus con el propósito de darle ventajas en los mercados internacionales sobre la estadounidense Boeing.

Los árbitros de la OMC dictaminaron que la firma norteamericana perdió una suma equivalente a 7 mil 500 millones de dólares debido a esta práctica y autorizaron a Estados Unidos a tomar contramedidas para compensar el presunto daño.

Usualmente estos diferendos se resuelven en la mesa de negociaciones, sobre todo cuando se trata de socios de larga data, pero Trump está aprovechando la coyuntura para chantajear a los europeos, que se han distanciado un tanto de sus caprichos, sobre todo en temas como la protección al medio ambiente y el programa nuclear pacífico de la Revolución Iraní.

Bruselas criticó el abandono de Washington del acuerdo alcanzado entre los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, más Alemania, con Teherán y por medio del cual la nación persa se comprometió a disminuir el enriquecimiento de uranio por debajo de lo necesario para fabricar una bomba atómica.

A cambio, se irían levantando las sanciones políticas, económicas y financieras impuestas a Irán por las potencias occidentales.

Desde que Trump abandonó este pacto, las tensiones en toda la región del Oriente Medio aumentaron de manera drástica, lo que generó malestar en Europa.

El presidente estadounidense también sacó a su país del Acuerdo de París sobre Cambio Climático y se niega a colaborar con cualquier iniciativa sobre este tema.

Si esta nueva guerra arancelaria se desata, los daños serán cuantiosos porque ocurre en momentos de debilidad de la economía y nadie, ni siquiera el imperio norteño, quedará a salvo de sus efectos.

Si Trump leyera un poco de historia sabría que el talón de Aquiles del régimen nazi alemán, como el del imperio napoleónico, fue que se las arreglaron en muy poco tiempo para estar rodeados por completo de enemigos. A buen entendedor, pocas palabras.