Por: Roberto Morejón
Son tan acentuados el respeto y la admiración de los cubanos por la excepcional artista Alicia Alonso que acudieron a las honras fúnebres tanto aficionados a la danza como quienes nunca presenciaron el ballet en el teatro.
Los habaneros se volcaron a las calles y asistieron al coliseo que lleva el nombre de quien “veía con las manos”, como afirmara el artista de la plástica José Fuster, para rendir su póstuma despedida a la genial intérprete de la pieza “Giselle”.
Los cubanos de todas las provincias se sobrepusieron al dolor por el deceso de la curtida estrella poseedora según expertos de “tobillos de acero”, para patentizar su devoción.
Los habitantes de este archipiélago reconocieron en la entrañable danzarina, coreógrafa y directora de la compañía cubana de ballet una mujer que dejaba boquiabiertos a los espectadores con sus puntas en el escenario y una voluntad a prueba de infortunios.
La tenacidad de Alicia Alonso forma parte del mito creado sobre su persona, muy a pesar de la intérprete, dada su disposición hasta el último aliento de sobreponerse a un grave padecimiento visual.
Encomiada por los versados en la danza por su labor formidable con las manos, la artista fallecida aquí a los 98 años fue legítimamente apreciada por su vínculo con todas las artes, en especial la plástica.
Cuentan sus allegados que la fenomenal bailarina pintó mientras tuvo visión.
Llamativamente, su defunción tuvo lugar muy próximo al Día de la Cultura Cubana.
Esa jornada se dedica usualmente a la evocación, porque hace 151 años numerosos patriotas cantaron públicamente por vez primera La Bayamesa, de Pedro Figueredo, hoy Himno Nacional.
Aquel acontecimiento patrimonial coincidente con la entrada del naciente Ejército Libertador a la oriental ciudad de Bayamo en medio de la lucha contra el colonialismo español, es motivo de culto cada año.
Esta vez, estuvo muy cerca del último adiós a la artista y patriota Alicia Alonso, quien permaneció en el país antillano a pesar de que por su fama pudo aceptar cotizadas propuestas internacionales.
Pero la Alonso afianzó su compañía y la Escuela Cubana de Ballet, le dio la vuelta al mundo con sus discípulos y regresó a La Habana, porque se propuso estar apegada a su tierra y llevar su arte a todos los públicos.
Por sobradas razones, el intelectual Miguel Barnet afirmó: “Alicia es Cuba”.
Su partida NO deja huérfana a la danza nacional porque ahí están los integrantes de su elenco, con la portentosa Viengsay Valdés a la cabeza, expresión de continuidad y disciplina. FIN