Por María Josefina Arce
Ecuador primero y ahora Chile han sido escenario en los últimos días de enérgicas protestas contra medidas antipopulares. América Latina se rebela ante la política neoliberal de algunos gobiernos del área que agravan la situación económica y social que viven esas naciones.
Chile es escenario aún de las fuertes confrontaciones que estallaron por la decisión del gobierno presidido por el multimillonario Sebastián Piñera de decretar un aumento del pasaje del metro en Santiago de Chile, la capital.
Las autoridades declararon el estado de emergencia y el toque de queda en varias regiones el país, al tiempo que invocaron la Ley de Seguridad del Estado para agilizar los juicios en los tribunales.
Y como en Ecuador la policía y los miliares salieron a las calles para reprimir con especial fuerza a los manifestantes, quienes han asegurado que la actual situación es reflejo del descontento de los chilenos por la gestión del gobierno.
Perros y gas lacrimógeno fueron empleados por los uniformados contra los numerosos chilenos que protestaban en las calles, lo que ha provocado la condena de varias organizaciones sociales.
Al igual que el presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, quien debió dar marcha atrás en su decisión de aumentar el precio de la gasolina, su homologo chileno dejó sin efecto el incremento del boleto del metro.
Pero la medida fue sin dudas, el detonante por el difícil panorama que enfrentan muchos ciudadanos. La carestía de la vida y las desigualdades sociales forman parte de un país que muchos se han empeñado en mostrar como un milagro económico, término acuñado durante la sangrienta dictadura del general Augusto Pinochet.
La brecha social en el país sudamericano es desmedida. Según el último informe de la CEPAL, Comisión Económica de la ONU para América Latina y el Caribe, el uno por ciento más adinerado de los chilenos se quedó con casi el 27 por ciento de la riqueza en 2017, mientras el 50 por ciento de los hogares de menores ingresos solo accedió al 2,1 por ciento de la riqueza neta de la nación.
Por demás, Chile está considerado como uno de los países con el transporte público más caro del mundo, lo que lleva a que familias de menos recursos gasten casi un 30 por ciento de su sueldo en trasladarse de un lugar a otro.
A todo eso se suma el incremento en el costo de la luz, del agua, la crisis en el sistema de salud y las pensiones, un tema realmente sensible que también ha llevado a los chilenos a las calles por mantenerse un sistema heredado de la dictadura militar.
Las protestas fueron iniciadas por los estudiantes, un sector que ya ha tenido en la cuerda floja a Piñera por su rechazo a la privatización de la educación y en demanda de mayor presupuesto y calidad para los centros públicos.
Cientos de lesionados, ocho muertos y numerosos detenidos es el saldo de la violenta represión de los militares contra los chilenos que han dicho no a las medidas neoliberales y califican de intolerable la situación económica y social para la mayoría de la sociedad, la que el gobierno no tiene en cuenta.