Por: Guillermo Alvarado

Faltan siete días para el cambio de gobierno, y de época, en Argentina y los especialistas comienzan a barajar cuál serán las características del programa económico de Alberto Fernández que sustituirá al modelo neoliberal que durante cuatro oscuros años puso en práctica Mauricio Macri.

El hombre que propuso un cambio a los argentinos y los llevó al desastre deja una pesada herencia a su sucesor, caracterizada por un Banco Central devastado, serias restricciones fiscales, una deuda pública imposible de pagar, tres años de recesión y el retorno del Fondo Monetario Internacional, FMI, supervizando las cuentas nacionales y pidiendo más ajustes.

Al complejo panorama debe sumársele el incremento de la pobreza y el desempleo, la inflación desbocada, la dolarización de las tarifas de servicios públicos y un sistema cambiario enloquecido.

Es verdad que Fernández no ha publicado su programa económico definitivo, ni debe hacerlo antes de ocupar su cargo, según dice el diario Página 12 en su edición del lunes, para no dar armas anticipadas a sus adversarios.

Sin embargo a lo largo de su campaña electoral y los debates con los demás candidatos a la presidencia dejó abundantes señales de lo que se propone hacer para reordenar una economía a pique y aliviar a los sectores más desposeídos de la sociedad argentina.

El punto de partida será mejorar el ingreso real de trabajadores y pensionados para fortalecer el mercado nacional y reiniciar el crecimiento de la economía. Se dispone, asimismo, crear un Consejo Económico y Social para negociar precios y salarios y frenar la escalada inflacionaria.

Otra de las medidas que anunció es recuperar el tejido empresarial e industrial, fuertemente dañado por la administración de Macri. Para ello propone bajar las tasas de intereses y otorgar prestamos para estimular la producción.

Con vistas a mejorar los ingresos fiscales aplicará retenciones al poderoso sector agroexportador y obligará a los más ricos a contribuir en mayor proporción en el pago de impuestos.

Piedra angular de la nueva economía argentina será renunciar a la parte no entregada del préstamo multimillonario que Macri contrató con el FMI, así como renegociar las obligaciones pendientes. El resto de la deuda pública se pagará en la medida en que se creen los recursos necesarios.

Se trata, en definitiva, de seguir el curso contrario a lo que hizo el gobierno que entregará el 10 de diciembre venidero, que dio ganancias cuantiosas a los más ricos, incluido al mismo Macri y su familia, a cambio de la pobreza y el sufrimiento de la mayoría de la población, que ve cómo se acera un nuevo amanecer y va quedando atrás la larga noche neoliberal.