Por: María Josefina Arce
Uno de los grandes y ambiciosos proyectos del gobierno del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, es el Tren Maya que busca incentivar el desarrollo del sureste de México, una de las regiones más pobres del país.
En los últimos días las comunidades indígenas dieron su aprobación a la iniciativa en asambleas, que estuvieron antecedidas por un diálogo con el gobierno en el que se intercambiaron ideas, con la intención de que el proyecto aporte el mayor beneficio posible a estas comunidades y se respete su cultura.
A lo largo del proceso los pobladores de la zona que atravesará el tren, solicitaron a los representantes gubernamentales que se mejore la infraestructura básica en sus comunidades, donde los proyectos de desarrollo local apremian.
Precisamente la colosal obra está encaminada a incentivar la economía de la zona maya, con un impulso al comercio y el turismo. Conectará las principales ciudades y circuitos turísticos de la región para integrar territorios de gran riqueza natural y cultural al desarrollo turístico, ambiental y social en la región.
Es así que la ruta que se prevé incluirá las ciudades mayas de Chichén Itzá, en Yucatán, y de Tulum, en Quintana Roo, entre otros importantes y atractivos sitios.
Pero este avance exige que vaya aparejado con el cuidado del medio ambiente, por la rica biodiversidad presente en Yucatán. De ahí que también las estaciones serán diseñadas dependiendo del entorno donde se ubiquen.
La obra, con 1 460 kilómetros de vía, tendrá un gasto de 150 MIL millones de pesos y se prevé entre en funcionamiento en 2024.
El megaproyecto conlleva también el desarrollo de la infraestructura local como carreteras, tendido eléctrico y agua potable, lo que beneficiará a los habitantes de la zona y generará nuevos empleos.
El presidente López Obrador lanzó la propuesta de esa ambiciosa iniciativa en diciembre del pasado año, a pocos días de asumir el poder, y aunque como toda obra tiene sus detractores, el gobierno ha mantenido un diálogo abierto con las comunidades indígenas para conocer sus inquietudes.
Y más aún, antes de dar luz verde, con total respeto por los pueblos ancestrales y pobladores de la zona por donde transitará el tren, participó en una ceremonia para pedir permiso y bendiciones a la Madre Tierra.