Israel sin gobierno a la vista

بقلم: Maite González Martínez
2020-02-28 07:44:44

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Por: Guillermo Alvarado

Luego de dos fracasos en el intento de formar gobierno, Israel irá el lunes a las terceras elecciones legislativas en un año, si bien las posibilidades de que esta vez haya un resultado diferente son muy remotas debido a la fragmentación política existente en ese país y el desencanto de sus ciudadanos.

Participarán en los comicios un total de 29 partidos políticos para elegir a los 120 miembros del Parlamento, allí conocido como la Knesset, aunque en realidad sólo ocho o nueve de ellos tienen posibilidades de obtener escaños.

En teoría gana el que logre sumar al menos 61 diputados, pero eso jamás ha ocurrido en la historia reciente de Israel, por lo que la formación con mayor número de asientos debe negociar con otras fuerzas menores hasta alcanzar la mayoría y entonces designar al primer ministro y su gobierno.

Tal sistema funcionó más o menos hasta abril de 2019, cuando se rompió la coalición encabezada por Benjamin Netanyahu y su partido derechista Likud y fue necesario acudir a las urnas. Si bien el líder sionista sacó más votos, las contradicciones con sus antiguos aliados le impidieron revalidar su cargo.

En septiembre se volvió a votar y entonces el ganador fue el partido Azul y Blanco, del centrista ex general Benny Gantz, quien tampoco logró formar una coalición para sacar del ejecutivo a Netanyahu.

Una solución habría sido la alianza Likud-Azul y Blanco, pero ninguno de sus jefes quiso ser el segundo del otro, así que vencido el plazo se convocó a una tercera elección el 2 de marzo venidero.

De septiembre para acá ocurrieron algunas cosas que podrían generar un cambio en el paisaje político israelí. La primera de ellas fue que Benjamín Netanyahu, en funciones provisionales de primer ministro, fue formalmente acusado por los delitos de fraude, soborno y abuso de confianza.

Ante esta circunstancia debió renunciar por una cuestión de elemental decencia, como hizo su antecesor Ehud Olmert, pero está demasiado aferrado al poder como para mostrar algún rasgo de ética.

El otro acontecimiento fue el anuncio del Plan de Paz para el Oriente Medio de Donald Trump, un espaldarazo claro y abierto a las políticas de ocupación, pillaje y colonialismo de Israel contra Palestina. Envalentonado por esto, Netanyahu anunció la usurpación del Valle del Jordán y la edificación de nuevas colonias en tierras ocupadas, como forma de obtener más votos a su favor.

No obstante, las encuestas dan una situación muy similar a la que había en abril y septiembre del año pasado: alrededor de 30 diputados para cada uno de los llamados partidos grandes, es decir Likud y Azúl y Blanco, y el resto repartidos entre pequeños grupos de extrema derecha, derecha, centro e izquierda.

Es decir que la crisis política continuará, lo que es una mala noticia, no solo para la población israelí, sino que sobre todo para los palestinos, que ante cada llamado a las urnas suelen ser víctimas de más abusos y represión porque cada candidato quiere demostrar que es el más capaz de destruir a ese pueblo y poner fin al principio de dos Estados para mantener la hegemonía en la región.

Todo esto ante la mirada impávida del mundo que no actúa o, cuando lo hace, como Estados Unidos, es para apoyar al sionismo y no para buscar la paz.



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