Por: Guillermo Alvarado

Los resultados conocidos hasta ahora del llamado “súper martes”, cuando se celebraron 15 elecciones primarias para definir al candidato del partido Demócrata a la presidencia de Estados Unidos, muestran un duelo entre Joe Biden y Bernie Sanders, con ligera ventaja para el primero de ellos.

Biden, quien fue vicepresidente durante la administración de Barack Obama, se impuso en 9 de los estados y saltó al primer lugar, dejando en segundo puesto al senador Sanders quien, no obstante, conquistó California, considerado uno de los más importantes de la competencia.

A falta de datos oficiales definitivos, la agencia estadounidense de noticias Associated Press, AP, otorga a Biden 566 delegados y 501 para Sanders.

Esto significa que aún no hay nada definido y ambos precandidatos mantendrán el filo en sus armas para los próximos combates.

El gran perdedor es el multimillonario Michael Bloomberg, exalcalde de Nueva York, quien luego de invertir una cuantiosa suma en publicidad y organización apenas logró un tercer puesto, muy lejos de los líderes.

Tras conocerse los resultados del súper martes Bloomberg anunció el retiro de su precandidatura y afirmó que destinará sus recursos a apoyar a Biden, como lo hicieron antes Pete Buttigieg y Amy Klobuchar.

En realidad el exvicepresidente es el favorito de la cúpula del partido Demócrata, formada por algunos de los más ricos en la potencia norteña, que ven con mucho recelo el papel que está haciendo Sanders en la carrera por la Casa Blanca.

La gran prensa norteamericana, junto con los grandes consorcios internacionales, también se han volcado hacia Joe Biden y hacen todo lo posible por presentarlo como el único capaz de derrotar a Donald Trump en las presidenciales de noviembre.

Sanders es pintado como un extraño en el sistema político estadounidense, un “outsider” como se dice en inglés, debido a sus propuestas a favor de los trabajadores, los pobres y los migrantes.

Las promesas de crear un sistema de salud universal, brindar educación superior gratuita y legalizar a los indocumentados despertaron el entusiasmo de los jóvenes y la comunidad de origen latinoamericano, pero asustan a los más ricos que sienten en peligro sus privilegios.

Así pues, aun cuando consiguiera los mil 991 delegados necesarios para su nominación en la Convención Nacional de julio próximo, la plutocracia demócrata hará todo lo posible para evitar que se convierta en candidato.

Es un buen retrato de lo que significa democracia en Estados Unidos, un concepto prostituido donde las ideas, los programas y los principios están supeditados a los intereses de los poderosos y donde las necesidades de la mayoría no cuentan para nada.