Emigración cubana en las raíces de la historia

بقلم: Maite González Martínez
2020-03-09 08:46:47

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Por: Guillermo Alvarado

El alzamiento en La Demajagua, con el que comenzó la guerra de independencia de Cuba el 10 de octubre de 1868, resonó con fuerza en el continente, pero en particular lo hizo en el corazón de los patriotas que por diversos azares de la vida habitaban fuera del país en aquellos tiempos.

Fue allí, en las mismas raíces de la patria que comenzaron a forjarse los nexos íntimos entre la nación y la emigración, que ni el tiempo ni la distancia han conseguido debilitar.

Numerosos gobiernos en América Latina vieron con simpatía la lucha encabezada por Carlos Manuel de Céspedes y emitieron resoluciones reconociendo a la República de Cuba en Armas, un proceso en el que tuvieron mucho que ver emigrados residentes en esas naciones.

Vienen de inmediato a la memoria nombres como José María Izaguirre y José Joaquín Palma. Izaguirre trabajó para la causa independentista en Jamaica, Estados Unidos, Nicaragua y Guatemala.

Palma fue representante de la República de Cuba en Armas en Nicaragua y vivió muchos años en Guatemala, donde incluso fue autor de la letra del himno nacional. Ambos influyeron para que el presidente Justo Rufino Barrios emitiese en abril de 1875 un decreto reconociendo la beligerancia de los cubanos y la soberanía de la República en Armas. También fueron artífices del arribo a esa nación de José Martí en 1877.

La coyuntura histórica favorable debido a los intentos de España por recuperar a varias de sus antiguas colonias para restablecer su dominio en el Pacífico, fue propicia para la labor de los emigrados cubanos.

Así, en 1869 Chile, Ecuador y Bolivia reconocieron la independencia de Cuba y desde Colombia partieron dos expediciones para sumarse a la guerra contra España.

Un lugar especial merece el trabajo realizado en Estados Unidos por José Morales Lemus, residente en Nueva York, quien enfermo y con edad avanzada aceptó el encargo de representar al movimiento independentista.

Poco después de que asumiera su cargo el presidente Ulises S. Grant, el 4 de marzo de 1869, Morales Lemus se entrevistó con él para exponerle la causa de su pueblo y pedir el reconocimiento a la beligerancia.

Chocó, sin embargo, con las posiciones hegemónicas del secretario de Estado, Hamilton Fish, y el representante estadounidense ante España, Caleb Cushing, que convencieron a Grant de inclinarse al lado de la metrópoli europea con vistas a apoderarse más tarde de Cuba.

No obstante, el patriota dedicó sus últimos años de vida a explicar y defender en la potencia norteña la lucha por la libertad de su país.

Más ardua fue la tarea para los patriotas cubanos radicados en el exterior cuando la Revolución de 1895, que no tuvo la misma acogida en los gobiernos latinoamericanos respecto a la guerra de 1868, pero eso, amigos, será objeto de otro trabajo. FIN



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