Por: Roberto Morejón

Cuba extremó la vigilancia y capacitación del personal para evitar en lo posible más ingresos de viajeros portadores del nuevo coronavirus y promovió el mayor autocuidado de los ciudadanos en su higiene y en el trato interpersonal.

Esa actuación se inscribe en el Plan Nacional para la Prevención y Control de la referida enfermedad irradiada a más de 100 países, incluyendo la mayor de las Antillas.

A la confirmación de los primeros casos positivos de infección por coronavirus en tres turistas italianos y un ciudadano cubano, siguió, como rezan los protocolos de salud, el aislamiento de las personas con contactos con los viajeros.

Todos acceden a atención especializada de los encargados de abordar la referida situación irregular, para lo cual recibieron entrenamiento y conocieron las experiencias de China.

La vigilancia clínica y epidemiológica gana protagonismo en la mayor de las Antillas y al respecto constituye un botón de muestra el despliegue en los aeropuertos.

Mientras trata de alterar lo menos posible el flujo en las terminales de arribos y embarque, la Aduana de la República insiste en su misión de impedir la entrada de más casos.

Los trabajadores usan inviolablemente su equipo de protección, lavan sus manos frecuentemente, realizan encuestas a los pasajeros para determinar contactos de sospechosos de la enfermedad y fiscalizan mediante circuito cerrado de televisión el tránsito de los recién llegados.

Ante la presencia de trastornos respiratorios, los trabajadores de la aduana comunican con los puestos de mando y ejecutan el procedimiento estipulado.

Las autoridades confían en el buen funcionamiento de los denominados anillos de protección que incluyen un diálogo desde la torre de control con tripulaciones de los aviones para averiguar sobre alguien a bordo con síntomas.

Mientras funcionarios, médicos, enfermeros, trabajadores de la aduanas y de orden interior cumplen con su cometido, miles de turistas disfrutan de sus vacaciones, como se constata en La Habana.

Excursionistas expresaron sentirse seguros, destacaron su énfasis en hábitos de higiene y cuidado en nexos interpersonales y además encomiaron la apertura del Gran Hotel Bristol en la capital cubana, administrado por el grupo europeo Kempinski.

Son tiempos de reforzar la cooperación internacional como vía para hacer frente a desafíos comunes, afirmó atinadamente el canciller Bruno Rodríguez, en momentos en que Cuba cumple con sus obligaciones para evitar la propagación del nuevo coronavirus y trata con amabilidad a sus visitantes, a quienes auxilia si así lo requieren.