Por Mafia Josefina Arce
Más de mil 400 millones de personas en el mundo viven en la pobreza y casi 900 millones sufren hambre, cifras realmente alarmantes y que ahora con la amenaza de la COVID 19 son más que preocupantes por la alta vulnerabilidad que se evidencia a la enfermedad causada por el nuevo coronavirus.
Y este ejército de pobres y hambrientos está engrosado por las comunidades indígenas. De acuerdo con la CEPAL, Comisión Económica de la ONU para América Latina y el Caribe, el 30 por ciento de los miembros de los pueblos originarios enfrentan una situación de pobreza.
Los indígenas son uno de los sectores más vulnerables ya que viven en muchos casos aislados, sin información, y en las peores condiciones sanitarias. Son los olvidados de siempre, a quienes los gobiernos de derecha de la región no brindan la atención necesaria.
De hecho hasta ahora, subrayan agencias de prensa como la china XINHUA, en los paquetes de medidas adoptados por gobiernos del área como Brasil, Bolivia, Chile y Ecuador, con una fuerte presencia de estas comunidades, no se menciona para nada cómo tienen planeado atenderlas.
Estos pueblos, que ya han mostrado en el pasado poca resistencia a las enfermedades respiratorias traídas de otras latitudes, viven hoy en un gran riesgo, pues en muchos casos presentan altos índices de desnutrición, anemia y otras afecciones, que hacen aún más mortal a la COVID 19.
Sus territorios además, son invadidos diariamente por turistas, pero también por quienes vienen a robarles sus recursos, usurpar sus tierras con fines lucrativos y que no son detenidos por las autoridades. En muchos casos como el de Brasil son alentados a esas acciones criminales por el propio gobierno.
En otros, como en Colombia, han sido desplazados de sus ancestrales tierras por grupos paramilitares, sin que hasta el momento hayan recibido una respuesta efectiva de las autoridades ante sus denuncias.
Ahora el panorama actual en el mundo y en las América, donde avanza con fuerza la pandemia, es un nuevo peligro para los pueblos originarios. Ya muchos de sus miembros al conocer de la nueva enfermedad se han adentrado más en la selva, temerosos y convencidos de que a ellos la ayuda no llega.
La Coordinación de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica, que reúne a nueve países sudamericanos, llamó a los distintos estados a protegerlos y a no permitir la entrada en sus territorios de personas ajenas.
Para la organización la amenaza que representa la COVID 19 no puede desligarse de un problema más amplio, las carencias de las políticas de los estados que permiten la explotación descontrolada del medio ambiente, el proselitismo religioso, el narcotráfico o la persecución de líderes sociales.
Duele ver como los pueblos autóctonos, que cada día nos dan lecciones de amor y cuidado a la naturaleza y de una gran sabiduría y conforman nuestras raíces, continúan siendo los grandes olvidados.