Crespones negros en residencias de ancianos europeas

بقلم: Maite González Martínez
2020-04-24 08:09:37

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Por: Roberto Morejón

Masacres y tragedia inimaginable son algunos de los calificativos escritos o pronunciados al saberse de numerosas muertes por coronavirus en residencias de ancianos de Europa.

La mitad de los casi 110 mil decesos en el Viejo Continente por la COVID-19 recayó en los establecimientos para acoger a personas longevas.

Así lo reveló Hans Kluge, director regional de la Oficina de la Organización Mundial de la Salud para Europa.

En un llamado poco usual en funcionarios de ese rango, el señor Kluge pidió a los Estados miembros su “compromiso” para proteger a los mayores en los hogares destinados a su cuidado.

De sus palabras se desprende la valoración de que no se encontraban en situación muy ventajosas tales inmuebles, con la función de prestar los mejores servicios a quienes dieron todo de sí.

Kluge llegó a afirmar que la pandemia puso de relieve lo que denominó como “rincones menospreciados de nuestra sociedad”.

En su criterio, en toda la región europea las protecciones a largo plazo han sido notoriamente descuidadas.

Algunos reportes refieren la existencia de condiciones insuficientes tanto desde el punto de vista material como en recursos humanos en los hogares para los de más edad, los más vulnerables ante el padecimiento que azota a la Humanidad.

Ni siquiera Alemania escapa del emplazamiento. A pesar de su bien dotado sistema de camas hospitalarias y pruebas masivas para detectar casos positivos del coronavirus, ese país carece de cifras oficiales del número de muertos en los inmuebles destinados al amparo de los mayores.

Pero más allá de los casos particulares, lo que salta a la vista es el número total de 55 mil longevos difuntos, la mayor parte en recintos consagrados a atenderlos.

Se trata de una estadística estremecedora para la señorial Europa, con su conocido estado de bienestar del que se escribe con frecuencia.

Cuando directivos de la Organización Mundial de la Salud advierten que lo peor de la pandemia está por llegar, sería oportuno en aquel continente adoptar medidas urgentes para atender las denuncias.

Numerosas investigaciones abiertas para desentrañar las muertes en establecimientos supuestamente impolutos, deberían remover conductas.

De esa forma No seguiría ocurriendo lo denunciado por la baronesa britanica Ros Altmann, activista a favor de los mayores.

Después de aludir a lo que llamó “muertes ocultas” sentenció que los ancianos fueron abandonados “como corderos en una hecatombe”.



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