Por: Guillermo Alvarado
Con una democracia de ficción, fragilizada cada día más por un gobierno autoritario encabezado por Jair Bolsonaro, Brasil se ha colocado ya en el tercer lugar a nivel mundial por el número de fallecidos a consecuencia de la Covid-19, sin tocar aún el punto más elevado de contagios.
De acuerdo con estadísticas divulgadas la víspera, en el gigante sudamericano hay 614 mil 941 contagios y 32 mil 21 muertos.
Lo dramático es que las cifras brincan cada 24 horas a un ritmo asombroso. Así, de jueves para viernes se registraron casi 31 mil nuevos casos y entre miércoles y jueves las víctimas fatales fueron de mil 262 y mil 349, respectivamente.
Hace unas tres semanas los especialistas advirtieron que de no hacerse nada para frenar la cadena de contagios, Brasil podría llegar a los mil muertos diarios. No se hizo nada en efecto, y ahora rebasan esa cantidad.
Pero, quizás el dato más negativo sea que 50 días después de registrarse el primer enfermo de Covid-19, el Gigante Sudamericano todavía se encuentra en la fase ascendente de la curva de infecciones y fallecidos.
Hace un mes sólo había casos en el 40 por ciento de municipios y ahora ese dato se elevó a 72 puntos, y la cuenta sigue aumentando.
Buena parte de la responsabilidad recae sobre el presidente Bolsonaro quien, no solo desoyó los consejos de la comunidad científica sobre el manejo de la crisis sanitaria, sino que él mismo violó las más elementales medidas de protección, con lo que incitó a los ciudadanos a seguirle la corriente.
El pretexto del gobernante fue proteger la economía, que de todas maneras se está destruyendo ante la evidencia de un problema que lo rebasa.
Quizás debió prestar atención al Premio Nobel Paul Krugman, quien expresó con una claridad y sencillez apabullante esta situación al preguntar: ¿de qué sirve aumentar el Producto Interno Bruto, si te mata?
Kugman y otros laureados economistas resumieron sus recomendaciones a los gobiernos en tres puntos esenciales, el primero es evitar el colapso del sistema de salud durante la pandemia; el segundo es apoyar a los ciudadanos vulnerables para que la cuarentena sea soportable, y posible.
En tercer lugar aconsejan evaluar el virus sistemáticamente y con suficiente amplitud para determinar dónde es oportuno iniciar la reapertura.
Nada de esto ha ocurrido en Brasil y los expertos temen que ante la falta de pruebas y estadísticas serias, las cifras de la enfermedad sean más altas. Dicho de otra manera, también simple y concluyente, la economía se recupera, las vidas no.