Por: Guillermo Alvarado
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no levanta cabeza en los últimos tiempos y ahora acaba de sufrir otro severo golpe a manos de la Corte Suprema de Justicia, que desestimó una demanda de la Casa Blanca contra las leyes que convierten a California en un estado “santuario” para los migrantes.
De todo el arsenal de que dispone el magnate para oxigenar su decaída campaña por la reelección en noviembre próximo, la lucha contra la migración es una de las pocas que le queda intacta.
En efecto, el hombre que llegó a decir que ningún presidente había hecho tanto por Estados Unidos como él, con la “probable excepción de Abraham Lincoln”, ve cómo su capital político se escurre de entre sus dedos cual agua.
La pésima gestión de la pandemia de covid-19, cuya cifra de muertos rebasó ya las 116 mil 508 bajas que sufrió ese país durante la I Guerra Mundial, está provocando una pesada sombra sobre los sueños de Trump de continuar otros cuatro años en la Casa Blanca.
A ello se suma el estallido de cólera popular contra el racismo y la brutalidad policial, desatado a raíz del asesinato de George Floyd, quien fue asfixiado por un policía blanco que le puso la rodilla sobre el cuello durante más de ocho minutos.
Este es un capítulo que está lejos de cerrarse y que demostró que “el país de las oportunidades” es como una gran olla de presión sin válvula de escape.
Se prevé, entonces que en los próximos meses arreciará el tono contra quienes buscan arribar a territorio estadounidense, con documentos o sin ellos, para buscar su “cuota” de porvenir.
Uno de los objetivos preferidos del presidente ha sido combatir el movimiento de estados y ciudades santuarios, que brindan una mínima protección a los sin papeles.
En el caso de California hay tres leyes estatales que cumplen esta función. Gracias a ellas los empleadores particulares no están obligados a cooperar con agentes migratorios y las autoridades tampoco deben compartir información que pueda conducir a la captura y deportación de un indocumentado.
Trump ya había impugnado tales normas ante una corte federal que falló en su contra. Ahora el Tribunal Supremo se negó a tratar el caso, lo que deja en pie el veredicto anterior. Otros estados y ciudades podrían utilizar ambos dictámenes como antecedentes legales en caso de ser necesario.
Las más recientes encuestas mantienen a Trump diez puntos por debajo de su rival Joe Biden, y hay que decir que esto no se debe a una eventual superioridad del candidato del partido Demócrata, sino a la manera en que el actual presidente ha fragmentado a la sociedad estadounidense.