El desfile de la victoria

بقلم: Maite González Martínez
2020-06-27 08:38:20

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Foto /  Telesur

POr: Guillermo Alvarado

Con retraso y mesura debido a la pandemia de Covid-19, la Plaza Roja de Moscú fue el escenario del Desfile de la Victoria, organizado para festejar el 75 aniversario de la derrota de la Alemania nazi y la liberación del mundo de esa pesadilla, denominada con justicia como “la peste parda”.

Aunque fue el 2 de mayo de 1945 que el Ejército Rojo tomó Berlín y el 8 de ese mes el alto mando alemán se rindió incondicionalmente ante la Unión Soviética, la crisis sanitaria mundial por el coronavirus no permitió celebrar antes estas acciones heroicas.

En su discurso, el presidente Vladimir Putin señaló que es imposible imaginar qué habría sido del mundo sin el Ejército Rojo, y llamó a proteger y defender la verdad sobre la Gran Guerra Patria.

Mucha gente en el mundo tiene sembrada la errada idea de que fueron los aliados occidentales, Estados Unidos y Reino Unido, los que ganaron la contienda, en un intento por escamotear el sacrificio enorme del pueblo soviético que perdió a más de 27 millones de personas.

Como hizo el pueblo ruso ante los ejércitos napoleónicos en 1812, la entonces Unión Soviética frenó en diciembre de 1941 a las poderosas unidades que intentaban tomar Moscú y las obligó a retroceder, poniendo fin al mito de la “guerra relámpago”, la “blitzkrieg” y la invencibilidad alemana.

Los 900 días de resistencia en Leningrado, hoy San Petersburgo; los 600 de Stalingrado, actual Volgogrado; la defensa de Sebastopol, Minsk, Odessa, la fortaleza de Brest y tantos otros lugares, hicieron posible que el ejército más poderoso del mundo en ese tiempo, perdiera los dientes en la guerra.

A pesar de las extraordinarias pérdidas humanas y económicas, el pueblo soviético no se limitó a expulsar al enemigo de su territorio.

Como recordó el presidente Putin, “Liberaron a los estados europeos de los invasores, pusieron fin a la terrible tragedia del holocausto, salvaron al pueblo de Alemania del nazismo, de su ideología mortal”.

Nadie puede objetar que fueron las victorias del Ejército Rojo en Europa del Este las que aceleraron el desembarco aliado por las costas de Normandía, Francia, operación que había sido diferida con incontables argumentos.

Estas verdades debieran ser objeto de los programas de educación en los países del mundo, para que las nuevas generaciones sepan lo que realmente ocurrió en esa gran  conflagración universal.

Además, para que se comprenda la inutilidad de la guerra como fórmula para resolver las diferencias o apropiarse de lo ajeno. Mientras la humanidad no asimile esto, seguirá  viviendo al borde de la edad de piedra.



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