Por: Roberto Morejón

Como parte de sus frenéticas tretas para conseguir la reelección, el presidente estadounidense, Donald Trump, retomó la idea de continuar con el muro en la frontera con México y lograr el financiamiento de ese país, siempre dentro de su cuerda xenófoba. 

En un recorrido por territorios del sur, el inquilino de la Casa Blanca puso de relieve su interés de atraer a los estadounidenses opuestos a la migración.

Trump insiste en que continuará el levantamiento del muro y en que México pagará por las obras, a pesar del rechazo del aludido.

Como no consiguió que México secundara la humillante valla, Trump dijo estar seguro de extraer dinero al cobrar peaje por el paso de los vehículos de un país a otro.

También abogó por buscar fondos para el muro a través de un impuesto a las remesas enviadas por los mexicanos que trabajan en Estados Unidos a sus familiares.

El gobernante republicano cree obtener dividendos del hecho de que la frontera con México es una de las más activas del mundo, con más de un millón de personas en cruces diarios.

Para calzar sus afanes, volvió a la carga con su oratoria anti-inmigrante y reiteró sus calificativos de asesinos y violadores a personas en tránsito por el borde binacional.

Y de paso apeló otra vez a las insinuaciones contra México por permitir, según él, de forma indiscriminada la entrada de migrantes a Estados Unidos.

Las arremetidas de Trump desde el estado de Arizona en campaña electoral NO constituyen gestos aislados.

En junio pasado el primer mandatario visitó también Yuma para aplaudir la construcción de 400 kilómetros del muro, con financiamiento derivado del Pentágono, gracias a una autorización de la Corte Suprema.

Es cierto que a diferencia de lo que intenta hacer creer el Primer Mandatario, la tapia levantada en los últimos meses no es totalmente nueva, sino una  mejora de infraestructuras existentes.

Pero aun así el patológico Jefe de Estado insiste en levantar como bandera electoral e impedimento antiinmigrante perpetuo a la barrera con su vecino del sur.

La gigantesca pared actúa para él como “salvadora” de la sociedad estadounidense al frenar el arribo de los habitantes de las regiones al sur del Río Bravo.

Al retomar la idea de la empalizada de concreto, Trump confirma su decisión de apelar a cualquier maniobra, por delirante que sea, en su perturbadora carrera por permanecer en la Casa Blanca.