Kamala Harris, primera mujer negra e hija de inmigrantes en ser propuesta como candidata a la vicepresidencia de EE.UU. Foto: Archivo/RHC
Por: Guillermo Alvarado
Una vez terminada la convención nacional del partido Demócrata de Estados Unidos las miradas están puestas en saber si funcionará positivamente la nominación de Kamala Harris, primera mujer negra e hija de inmigrantes en ser propuesta como candidata a la vicepresidencia de ese país.
Faltan 73 días para la cita con las urnas, el próximo 3 de noviembre, y aunque los sondeos ponen a Joe Biden por delante de Donald Trump, la verdad es que nadie tiene nada ganado, o nada perdido, por ahora.
Las encuestas, recordemos, son una fotografía de un instante y del sector donde se hicieron las preguntas y lo más que se puede esperar de ellas es una tendencia, pero jamás una certeza.
Una sola variable que cambie, o que no funcione como se esperaba, puede trastocar las predicciones más puntillosas y por eso estos dos meses y pocos días que restan en la inusual campaña electoral estadounidenses serán clave uno a uno.
La senadora Harris es justamente una de esas variables utilizada por los demócratas con vistas a ampliar su caudal de votos en los lugares críticos para decidir al futuro jefe de la Casa Blanca y donde fracasaron hace cuatro años a pesar de tener los sondeos a su favor.
En los comicios de 2016 Hillary Clinton no logró movilizar a los jóvenes, en particular a los que aspiran a un país diferente, más inclusivo, justo y unido.
Hacia ellos estuvo dirigido buena parte del discurso de aceptación de la candidatura de Harris, donde habló de su historia como hija de dos inmigrantes, su madre de la India y su padre de Jamaica.
Mencionó el racismo sistémico que existe en ese país y el fracaso de las políticas de Trump, marcadas por la incompetencia, el caos y la insensibilidad que generaron miedo y soledad entre la gente y se refirió con claridad a las necesidades de las comunidades negras, hispanas e indígenas.
A partir de ahora, sin embargo, el discurso debe pasar de las generalidades a las propuestas concretas, a demostrar en la práctica que Biden y su equipo pueden hacer las cosas diferentes, sobre todo hacia los excluidos y los que comienzan la vida estudiantil o laboral sin ver claras sus oportunidades.
En 2016 votó el 60 por ciento de la población habilitada para ejercer el sufragio y aunque los demócratas ganaron el voto popular, perdieron los colegios electorales decisivos.
Joe Biden difícilmente va a generar más sufragios que aquellos con los que ya cuenta. El resto es la tarea de Kamala Harris, y ver si puede neutralizar a un Donald Trump que, aunque sea como es, sigue gustando a un importante número de estadounidenses. Queda espectáculo todavía, amigos.