Foto: Archivo/RHC.
Por: María Josefina Arce
Un mal momento parece atravesar la idílica relación entre el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, y su homólogo estadounidense, Donald Trump, a quien ha dicho admirar y tratado de imitar en todo.
Otra vez es el tema comercial el motivo de la discordia. Brasil reimpuso en las últimas horas el arancel a las importaciones de etanol del vecino del norte.
Hasta 750 millones de litros de este compuesto químico utilizado como combustible entraban anualmente libres de impuestos al gigante sudamericano, un beneficio que expiraba el pasado domingo y que no fue renovado.
Ahora desde este lunes las importaciones de etanol desde Estados Unidos vuelven a estar gravadas con un 20 por ciento.
La medida, al parecer, está vinculada a la decisión de Trump de imponer recortes a la compra de acero brasileño.
Ya la buena sintonía se había roto en diciembre último, cuando el mandatario estadounidense anunció que restableceria el gravamen al aluminio y acero, suspendido desde junio de 2018, una medida que favorecía a Brasil y a la Argentina del entonces presidente Mauricio Macri.
Finalmente Trump dio marcha atrás y todo quedó en palabras, pero ahora nuevamente han aflorado las tensiones entre las dos naciones.
Washington intentó por todos los medios que no se impusiera un arancel sobre el etanol. De hecho el embajador Todd Chapman presionó para que se mantuviera la exención, pues afirmó podría ayudar a la reelección de Trump, una declaración que le ha valido una investigación en el Comité de Representantes por participar en actividades proselitistas.
El etanol es una exportación agrícola muy importante para Iowa, un estado calificado de esencial para la elección presidencial en Estados Unidos, ya que en opinión de muchos impulsa a los candidatos.
Bolsonaro es un fiel seguidor de Trump, pero eso no ha impedido los embates del presidente estadounidense, que ataca a todos por igual, incluso a los que cataloga como sus socios, una realidad que debería acabar de entender el mandatario brasileño.
