Foto: Archivo/RHC.

Por: María Josefina Arce

Ya se inició la campaña de cara a las elecciones generales de octubre venidero en Bolivia, en medio de constantes violaciones de los derechos humanos, una mala gestión económica, pésima respuesta ante la Covid-19 y un nuevo escándalo protagonizado por las autoridades golpistas.

Esta será una contienda totalmente atípica en el último decenio, no sólo por las restricciones que impone la pandemia, sino por la violencia política que ha caracterizado al país desde el golpe de estado en noviembre último contra el presidente constitucional Evo Morales.

La persecución contra funcionarios y simpatizantes del MAS, Movimiento al Socialismo, ha sido un rasgo distintivo del gobierno de facto en sus pretensiones de mantenerse en el poder.

La situación es tal que ha sido denunciada por varias organizaciones internacionales. En agosto pasado la Oficina de la Alta Comisionada de la ONU para los derechos humanos dio a conocer un informe que documenta violaciones en ese ámbito que van desde asesinatos, torturas, malos tratos y detenciones arbitrarias.

A la agencia de la ONU se han sumado el Centro de Estudios  Legales y Sociales, el Centro Europa-Tercer Mundo y la Asociación Pro Derechos Humanos de Bolivia, entre otros.

Ni las maniobras de los golpistas han impedido que trasciendan estas arbitrariedades. De hecho quedó al descubierto que las autoridades habían contratado con los recursos del estado los servicios de una empresa norteamericana para dar una imagen positiva de su gestión.

De acuerdo con las informaciones, Facebook eliminó 133 sitios falsos creados en Estados Unidos en apoyo a la ilegal presidenta Jeanine Áñez.

Pero ni aún así Áñez logra remontar la desfavorable opinión que tiene la mayoría de los bolivianos sobre su proceder. Apenas un diez por ciento apoya a la autoproclamada presidenta y también candidata, quien se mantiene en el poder por  la fuerza.

Mientras el candidato del MAS, Luis Arce, sigue marcando la preferencia del electorado, de acuerdo con las encuestas.

Este es el panorama de Bolivia de cara a las elecciones de octubre, en las que está en juego el futuro de la nación suramericana, que hoy vive una difícil situación económica, sanitaria, social y política.