El FMI no es bien recibido por los
pueblos de América Latina. Foto: Reason Why

Por María Josefina Arce/RHC

Nombrar al FMI, Fondo Monetario Internacional, en América Latina  trae a la memoria experiencias nada agradables. La relación del continente con  el organismo financiero ha sido bien difícil y problemática.

Sus préstamos, unidos a recetas neoliberales, han tenido consecuencias nefastas para los pueblos. Ya lo vimos durante décadas en la región, especialmente en los años 80 y 90 del siglo pasado y a inicios del presente.

La realidad es que la intervención del FMI en las economías latinoamericanas ha sido sinónimo de recesión, desempleo, pobreza y pérdida de la soberanía.

Por eso Costa Rica ha sido escenario en estos días de intensas protestas contra los planes del gobierno, finalmente desechados, de llegar a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

Está muy cerca el ejemplo de Ecuador. Después de haber puesto fin a la problemática relación, la llegada de un gobierno de corte neoliberal ha traído nuevamente al controvertido organismo de crédito al país, donde ya se han comenzado a imponer medidas de ajuste que dañan a los más humildes.

Recortes en los programas sociales y en esferas importantes como la educación y la salud significan un retroceso para el bienestar de los ciudadanos.

Por su parte, Argentina, bajo el mandato del hoy ex presidente Mauricio Macri, vivió una experiencia similar hasta 2019, cuando aún tenía fresca en la memoria la debacle del 2001, que provocó incluso, la renuncia a la jefatura de Estado de Fernando de la Rúa.

Mauricio Macri. Foto: TeleSur

La vuelta del Fondo a esa nación suramericana significó un aumento de la pobreza, que de 27,3 por ciento en el primer semestre de 2018 pasó a 35,4 por ciento, en 2019.

Son muchos los economistas que reconocen que es difícil encontrar casos exitosos de aplicación de programas del Fondo Monetario Internacional. Más bien, han señalado, se ha ido a una agudización de la desigualdad en los países donde se aplicaron.

Los expertos estiman que Estados Unidos, la nación que más aporta,  ejerce a través del FMI un dominio sobre la política económica de varios Estados, que ponen en peligro su soberanía al acudir a esa entidad.

El Fondo Monetario Internacional no es bien recibido por los pueblos de América Latina. Sus recetas suelen ser demasiado costosas para los más humildes, que ven empeorar sus condiciones de vida y alejarse aún más su acceso a derechos humanos esenciales.