El huracán Delta.NOAA/GOES / AFP

Por Roberto Morejón

La intensidad del huracán Delta en una muy activa temporada ciclónica en el Atlántico, reverdeció los debates sobre la alegada relación entre esos fenómenos meteorológicos y el cambio climático.

La temporada del año en curso se distingue por sus 26 tormentas tropicales, cuando muchos estimaron 25.

El período ha sido de tanto apogeo que los nuevos fenómenos de vientos y lluvias llevan denominaciones del alfabeto griego, al extinguirse la relación de nombres prevista.

Desde 2005 NO ocurría una situación similar y tampoco es frecuente la coincidencia de hasta cinco ciclones tropicales.

Así ocurrió el 14 de septiembre de 2020 en el área del Atlántico, similar a lo reportado en igual mes de 1971.

Las estadísticas sobre el aumento de huracanes en los últimos años y su ímpetu conducen a científicos y especialistas a alentar el debate sobre si las más recientes tempestades constituyen una consecuencia del calentamiento global.

Muy activo el Caribe. Foto: Archivo

Si bien todavía un número de ilustrados en la materia NO hace ese tipo de relación, la mayoría coincide en que la espiral de fuerza de las tormentas se relaciona con el cambio climático.

Refieren los versados en tales asuntos que la subida de la temperatura del mar y del aire incide en la virulencia de tales inclemencias meteorológicas.

Además, el ascenso del nivel del mar expone mucho más a los poblados costeros a la crecida de las olas y penetraciones del mar.  

Un estudio del investigador sobre el clima Hiroyuki Murakami vaticina una disminución calculada en los ciclones tropicales para el año 2 mil 100, pero advierte que muchos de los desatados serán más destructivos.

A la luz de tales predicciones parece más sorprendente la postura de los llamados negacionistas del cambio climático, entre quienes destaca el presidente de Estados Unidos.

El Imperio más grande del planeta vuelca su fuerza también contra la Naturaleza. Foto: Archivo

Donald Trump retiró a su país de los Acuerdos de París, por el que la gran mayoría de los Estados del planeta se comprometen a reducir emisiones de gases de efecto invernadero para frenar el calentamiento del planeta.

No obstante, el magnate NO es el único a favor del inmovilismo climático, una actitud que delata el propósito de proteger industrias y producciones emisoras de gases de efecto invernadero.

La salud de los negocios parece prevalecer en algunos por encima de consideraciones comprometidas con el cuidado del entorno que es responsabilidad de todos.