Foto/Cubahora

Por: Roberto Morejón

La mayoría de los nicaragüenses recordaron con orgullo los avances en educación, al conmemorarse recientemente el aniversario 41 del inicio de la Cruzada Nacional de Alfabetización.

Ese pueblo considera aquel proceso una de las obras más humanas de la primera etapa de la revolución sandinista.

El país centroamericano redujo el índice de iletrados a menos de cuatro por ciento y se declaró formalmente libre de esa herencia negativa.

Pero los nicaragüenses tuvieron que evidenciar su perseverancia al verse obligados a retomar en el 2007 las labores para vencer las tinieblas de la ignorancia.

Fue así porque el esfuerzo durante el gobierno popular que abarcó desde mil 979 a mil 990 se perdió por la desidia de 16 años de neoliberalismo.

En 2007, los sandinistas reasumieron la dirección del país tras triunfar en elecciones.

Con el financiamiento de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América y la asesoría de especialistas cubanos, se aplicó en Nicaragua exitosamente el método “Yo sí puedo”, respaldado con material audiovisual.

La segunda Cruzada Nacional de Alfabetización, denominada “De Martí a Fidel”, generó entonces resultados inmediatos, al cultivarse en la lectura y la escritura decenas de miles de personas, en 138 municipios.

Después, el presidente Daniel Ortega respaldado por la mayoría del pueblo amplió los beneficios.

Fue así que apoyó a más de 300 mil alfabetizados con el nuevo programa “Yo sí puedo seguir” y aplicó un proyecto de enseñanza primaria acelerada para niños sub-escolarizados.

Adicionalmente, en Nicaragua reactivaron el sistema de instrucción secundaria adaptado para jóvenes que NO habían logrado concluir ese nivel.

Paralelamente captaron a niños trabajadores de la calle que por la pobreza no pudieron acceder al sistema educativo.

Con las garantías de continuidad de saberes para los alfabetizados, se demostró que el esfuerzo para llevar la luz del saber a las regiones más remotas NO quedó solo en los conocimientos básicos.

Tan ambiciosos planes requirieron de una gran sensibilidad social y claridad política para involucrar a decenas de miles de voluntarios.

Es lamentable que pasajes de la vida nacional tan notables sean ignorados por los medios de comunicación hegemónicos, con frecuencia prestos a entregar visiones distorsionadas de la realidad en Nicaragua.