Vacunas de la Covid-19. Foto: AARP.
Por: Guillermo Alvarado
Recientemente publiqué un comentario donde señalaba cómo los grandes laboratorios farmacéuticos internacionales han obtenido ganancias, enormes ganancias en realidad, con la crisis sanitaria global causada por la pandemia de covid-19 y la urgente necesidad de una vacuna para combatirla.
Gracias a un buen amigo llegó a mis manos un interesante artículo del periodista español Pascual Serrano titulado: “Quienes son los dueños de las vacunas privadas y cómo se están enriqueciendo”, publicado por Sputnik News y reproducido en varios portales digitales en días recientes.
En el texto, que he creído oportuno analizar con ustedes, el autor identifica a los principales accionistas que están detrás de firmas muy conocidas ahora, como Johnson & Johnson, Pfizer, AstraZeneca o Moderna, fabricantes de algunos de los inmunizantes aplicados por millones en el mundo.
Se trata, ni más ni menos, que de conocer a los dueños de los dueños de la salud, y quizás de la vida de millones de personas.
En síntesis son dos grandes fondos de inversiones que administran en conjunto unos 16 billones de dólares, cantidad, dice Serrano, que si se tratara de un gobierno serían la tercera potencia mundial, sólo por debajo de Estados Unidos y China según estadísticas del Banco Mundial.
Se trata de BlackRock y Vanguard Group, ambos con sede en Estados Unidos, el primero en Nueva York y el segundo en Filadelfia, y con negocios en los cuatro puntos cardinales del planeta.
BlackRock es el más importante e influyente a nivel global y sus intereses abarcan tecnología, salud, comunicaciones, defensa y consumo.
Vanguard Group no se queda atrás y lo interesante es que ponen dinero más o menos en las mismas empresas, como Apple, Amazon, Johnson & Johnson, Pfizer, Oxford AstraZeneca o Novavax, y las han obligado a coordinar sus acciones y colaborar entre ellas.
Un ejemplo de cómo funciona el negocio lo tenemos en que el fiasco de la vacuna de AstraZeneca favoreció a Pfizer, que ahora puede vender más de sus propias dosis a 19,50 euros, en lugar de los 2,9 euros que valía la de la otra firma, y nadie se molesta porque los dueños son los mismos.
El eurodiputado belga Mark Botenga denunció que las investigaciones para el desarrollo de las vacunas se hicieron con fondos públicos, pero la propiedad es de la empresa, que decide cuánto produce y a cómo vende.
Los fondos de inversiones ya pusieron en marcha un grupo de presión para impedir que la Unión Europea apruebe la liberación de las patentes, otra forma de garantizar que sus gigantescas ganancias permanezcan seguras, aunque eso amenace el bienestar de millones de seres humanos.