Servicio de Impuestos Internos (IRS, siglas en inglés)
Por: Guillermo Alvarado
Estados Unidos se esfuerza por presentarse como la tierra de las oportunidades, el país de los sueños hechos realidad, el de la democracia y los derechos humanos, y tanto se lo creen que hasta imponen sanciones a aquellos que, a su juicio, incumplen estas normas.
Las cosas, sin embargo, no son como las pintan porque para ello tendría que existir un principio inconmovible, piedra angular de cualquier sistema que gire en torno a la justicia y es que todos sus habitantes tengan los mismos derechos y las mismas obligaciones, ante el Estado y la sociedad.
Nada de esto ocurre en la potencia norteña y no voy a hablar hoy de segregación, racismo y otras lacras, sino de un artículo publicado hace poco por David Brooks, corresponsal del diario mexicano La Jornada, sobre cómo los estadounidenses más ricos pagan pocos o ningún impuesto.
Resulta ser que los multimillonarios Jeff Bezos de Amazon, Elon Musk de Tesla, George Soros y Michael Bloomberg no pagaron impuestos federales durante los últimos 15 años, pero sus fortunas crecieron una barbaridad.
Se sabe que el tema fiscal es muy delicado en ese país, pero no para todos, sólo para el ciudadano promedio que tiene un trabajo y algunos bienes conseguidos con su esfuerzo cotidiano.
Tampoco se crea que las personas antes nombradas, y otras 700 con fortunas superiores a los mil millones de dólares, corren el mismo peligro del mafioso Al Capone, al que nunca consiguieron condenar por sus múltiples crímenes, pero sí por fraude en sus declaraciones de impuestos.
Desde entonces el sistema ha evolucionado y las leyes cambiaron, de tal forma que en la tierra de las oportunidades los ricos sean cada vez más ricos y los pobres se mantengan en esa condición de por vida.
Gabriel Zucman, economista citado en el artículo de Brooks, dijo que los 25 hombres más ricos de Estados Unidos que sí tributaron, pagaron en su conjunto 0,17 por ciento de impuestos durante 2018, muchísimo menos de lo que hizo un ciudadano promedio.
Debido a una gran cantidad de leyes, rebajas fiscales, trucos judiciales y contables, todos legales, los más adinerados pueden, no sólo evadir sus obligaciones, sino incluso reclamar reembolsos al gobierno federal.
En 2013 Warren Buffet, uno de los más acaudalados del planeta, reconoció que su declaración de impuestos era inferior a la de su secretaria.
Resulta claro que se impone una reforma fiscal, pero aún están buscando quién le coloca el cascabel al gato porque son justamente los ricos los que pagan las campañas electorales de senadores, representantes y presidentes.