Por Roberto Morejón (RHC)
Después de las manifestaciones en Cuba del 11 de julio, un alud de calumnias, rumores y mentiras acompañaron el discurso de la prensa corporativa y en redes sociales.
Tanto es así que hasta un sitio prestigioso en Internet, Resumen Latinoamericano, publicó un manual para que los lectores puedan escapar de los engaños.
No era para menos. Los oportunistas que se pintan de bienhechores del pueblo cubano piden apretarle las clavijas a ese mismo conglomerado humano, como hizo el senador estadounidense, de alegado origen antillano, Marco Rubio.
El legislador, quien susurraba a Donald Trump consejos para asfixiar a los cubanos, llamó a la administración de Joseph Biden a enviarles vacunas y alimentos, administrados por la descalificada OEA.
El Nuevo Herald se atrinchera en Prisoners defenders, una falsa Organización NO Gubernamental de derechos humanos vinculada al Departamento norteamericano de Estado, para “ilustrar” lo que considera aumento de la represión en Cuba.
Y lo complementa con una joya noticiosa: en los centros de trabajo en Cuba obligan a los empleados a sumarse a los desmanes.
Por su lado, la poderosa empresaria del mundo de la farándula y del anticastrismo, Gloria Estefan, aseguró, sin pruebas, que “los jóvenes están siendo torturados en Cuba”.
La cadena FOX News, que adula a Donald Trump, exhibió fotos de manifestaciones a favor del gobierno cubano, pero para voltearlas como exponentes de detractores, borró el contenido de las pancartas esgrimidas por los asistentes.
La red Verdad, de origen latinoamericano, estudió las noticias falsas sobre Cuba y concluyó que a través de las redes han tratado de adjudicarle a la policía antillana atrocidades cometidas en otros países.
Hablamos de una maquinaria montada desde mucho antes, pero convocada a unirse a la carrera para afincar la tensión en Cuba y hacer creer al mundo que aquí reina la zozobra.
Todo apunta a una de las aristas de la guerra No convencional, en boga para evitar la utilización de marines en los intentos de cambios de régimen.
El bombardeo mediático es clave en los también llamados golpes blandos, y Cuba, Venezuela y Nicaragua, son blancos predilectos.
Vender la idea del castigo a ultranza, hambrunas y desorden sugiere la ingobernabilidad, suficiente para solicitar intervenciones humanitarias y hasta militares, como hacen en Estados Unidos, sin que nadie los rebata.