¿No son nada 20 años?

بقلم: Maite González
2021-08-17 07:22:37

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Por: Guillermo Alvarado

A pesar de los esfuerzos que está haciendo el gobierno de Estados Unidos para maquillar los acontecimientos de los últimos días en Afganistán, la tónica de los titulares de la prensa internacional habla a las claras de una derrota militar, y también política y económica, de la principal potencia mundial.

Con menos frecuencia se hace un balance de lo que dos décadas de guerra impuesta dejaron para ese pueblo, o de lo que significa para las actuales y futuras generaciones de estadounidenses.

Afganistán, gobernado por el Talibán desde 1996, nunca le declaró la guerra a la nación norteña. Es más, ni uno solo de los secuestradores de los aviones que impactaron en las Torres Gemelas de Nueva York, el Pentágono o el que se desplomó en Pennsylvania, eran de nacionalidad afgana.

Sin embargo, después del lamentable atentado del 11 de septiembre de 2001 Washington no sólo necesitaba eliminar a Osama Bin Laden. Eso lo podía hacer, como lo hizo después, con una operación militar clandestina.

Para lavar su amor propio herido hacía falta algo más contundente y la guerra  fue el escenario más adecuado.

Como la historia no es el fuerte de los estrategas estadounidenses, Afganistán pareció el objetivo ideal, un país poco desarrollado, con un gobierno nada simpático para el mundo occidental y el aliciente de contar con la OTAN en una aventura militar que se antojaba corta, casi quirúrgica.

En efecto, los primeros días así lo presagiaron. Los bombardeos empezaron en octubre y para finales de 2001 El Talibán parecía desarticulado.

Pero a partir de allí los ocupantes no tuvieron momentos de paz y los días de guerra se convirtieron en semanas, meses, años y, finalmente, décadas. Pronto fue imposible esconder los aviones cargados de ataúdes, los hospitales llenos de mutilados, física o psicológicamente.

El costo humano fue terrible, más de 250 mil civiles afganos, la mayoría mujeres y niños fueron desplazados por los combates, 18 millones necesitaron ayuda humanitaria para sobrevivir, más de 47 mil perdieron la vida, además de unos 66 mil soldados y policías locales y 51 mil combatientes talibanes.

Poco más de 6 mil estadounidenses, entre militares y “contratistas”, es decir mercenarios, y mil efectivos de la OTAN murieron.

Los gastos para financiar la guerra sumaron casi 3 BILLONES de dólares, la mayor parte de ellos en créditos que para 2050 generarán intereses por otros 6,5 BILLONES que pagarán, como no puede ser de otra manera, los ciudadanos que aportan sus impuestos a las arcas públicas.

Un desastre que tendrá consecuencias porque 20 años de guerra son muchos y dejarán profunda huella, en atacantes y atacados. 



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