Acciones de recuperación en el ultramarino pueblo de Regla. Trabajadores de los Astilleros de Casa Blanca asumen
la responsabilidad. Foto: Lissett Izquierdo Ferrer/Cubadebate.
Por María Josefina Arce (RHC)
La Habana está inmersa desde hace semanas en una intensa actividad transformadora. A los ruidos habituales de numerosas comunidades se han añadido otros para satisfacción de sus pobladores.
Son los sonidos que acompañan a las obras de remozamiento y mantenimiento de comercios, centros educacionales, de salud, casas, parques, calles y redes hidráulicas para mejorar las condiciones de los barrios, donde transcurre la mayor parte de nuestras vidas.
En más de 60 zonas se desarrollan esas necesarias acciones que han requerido de un gran esfuerzo. Es conocida la difícil situación económica del país generada por la COVID-19 y el reforzamiento del bloqueo norteamericano que entorpece el desarrollo socioeconómico.
Además, la llegada de la COVID-19 llevó a destinar cuantiosos recursos a la atención de los enfermos y a los centros de aislamiento instalados para evitar la propagación de la pandemia.
A esto se suman las vitales medidas higiénico-sanitarias adoptadas. Todo esto hizo que disminuyera el ritmo de estos trabajos que ya se venían desarrollando como parte del programa de atención a los barrios.
Las comunidades más alejadas del centro de la capital cubana son hoy objeto de este proceso transformador, que busca también acercar servicios básicos para facilitar el día a día de sus habitantes.
Esencial ha sido y es el contacto con la población. Escuchar sus problemas, necesidades y criterios debe estar en el centro de estas acciones, como ha señalado el presidente Miguel Díaz-Canel, quien a lo largo de estas semanas ha recorrido distintos barrios de la capital y conversado con sus pobladores.
Delegados y diputados del Poder Popular también están presentes en estas zonas, pues ellos fueron designados por el pueblo para representar sus intereses y hacer llegar sus inquietudes a las distintas instancias en aras de soluciones.
Y en los últimos meses, igualmente, se han convertido en elementos habituales de las comunidades las Brigadas Juveniles de Trabajo Social, conformadas por estudiantes de todas las enseñanzas, y en gran parte residentes en esas áreas.
Es válido precisar que estas brigadas no se circunscriben a la capital cubana, sino que se han constituido a lo largo y ancho del archipiélago para trabajar por el bienestar de todos los ciudadanos.
La esencia de su labor es acercarse a las comunidades y sus problemáticas, y tratar de viabilizar soluciones. Los jóvenes ya han demostrado su entusiasmo y compromiso con tareas en centros de aislamiento, la agricultura y las pesquisas para detectar casos de COVID-19.
Los barrios se transforman, se renuevan. Se ha trabajado de día y de noche, en un esfuerzo que involucra a todos y para el bien de todos los cubanos, para garantizar su tranquilidad en cualquier aspecto de su cotidianidad.
