Las penas de Duque se aliviaron un poco con la reciente y fugaz visita del secretario
norteamericano de Estado, Antony Blinken. Foto: Archivo/RHC
Por Guillermo Alvarado (RHC)
Hay un refrán popular muy viejo, y como casi todos ellos muy exacto, de que en política no hay almuerzo gratis, que vendría a ser algo así como una versión en ropaje rústico de las famosas leyes de Isaac Newton de la acción y reacción en el campo de la física.
Algo de esto tiene que haber aprendido en estos meses el presidente de Colombia, Iván Duque, quien después de apostar hasta la camisa a un triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, ha recibido la ley del hielo desde la Casa Blanca con cuyo actual jefe, Joseph Biden, no se ha logrado entrevistar.
Las penas de Duque se aliviaron un poco con la reciente y fugaz visita del secretario norteamericano de Estado, Antony Blinken, si bien éste no hizo eco al tema favorito del gobernante colombiano, que es la agresión constante contra la Revolución Bolivariana de Venezuela.
Como precisa muy bien el académico Ociel Alí López en un trabajo publicado en el portal digital de Sputnik, no se trata de que Washington haya cambiado el discurso contra el presidente Nicolás Maduro, sino de que las prioridades en ese encuentro eran otras.
En primer lugar, a Estados Unidos le urge contener las oleadas migratorias, muchas de las cuales nacen desde el sur del continente; le sigue el tema de las drogas ilícitas, de las cuales Colombia es el principal productor y exportador en esta parte del mundo y, por último, la cuestión de los derechos humanos.
Duque tuvo por fin la satisfacción de recibir a un alto funcionario de la administración Biden, pero a cambio debió escucharle decir que es tiempo de rendir cuentas por las graves violaciones cometidas durante la represión de las recientes protestas, así como por la parálisis de los acuerdos de paz.
Insisto, no es que a Blinken le importen los civiles colombianos asesinados casi todos los días, nada de eso. Es en suma una cuestión de formas pues a Estados Unidos le interesa seguir proyectando una falsa imagen de defensor de las garantías individuales y colectivas.
Y si en política no hay almuerzos gratis, tampoco suele haber casualidades y por eso llama la atención que a pocas horas de marcharse la visita, se haya anunciado la captura del capo de la droga más buscado desde hace meses, Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, jefe del Cartel del Golfo.
Duque lo anunció como un gran éxito, pero ya algunos expertos advierten que esa detención no va a cambiar ese turbio trasiego, como no ocurrió con la muerte de Pablo Escobar o la caída del Chapo Guzmán en México.
Son, en todo caso, golpes de efecto porque el narcotráfico es un negocio transnacional, estructurado al mejor estilo capitalista donde cambian las cabezas, pero el cuerpo sigue igual.