Imagen/ReliefWeb
Por: Guillermo Alvarado
No se ha terminado ni mucho menos, sólo está oculta bajo toneladas de información sobre la covid-19, pero la pandemia del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, Sida, sigue enfermando y matando seres humanos cada día en cualquier lugar del mundo.
Así lo advierte el Programa Conjunto de la ONU sobre VIH/Sida, ONUSIDA, el cual precisa que los progresos logrados para contener este mal corren el riesgo de perderse, tanto por la crisis sanitaria creada por el nuevo coronavirus, como por el incremento de las desigualdades.
Las estadísticas así lo demuestran. Desde mediados de la década de los 80 del siglo pasado hasta hoy día más de 79 millones de personas contrajeron el virus de la inmunodeficiencia humana, VIH, de las que 36,3 millones murieron.
El año pasado un millón y medio se infectaron y por lo menos 680 mil fallecieron y hasta junio de 2021 la mayoría de los seropositivos no estaban vacunados contra la covid-19, a pesar de ser más vulnerables y correr mayor peligro de morir.
Otros datos para la reflexión apuntan que el 53 por ciento de los infectados son mujeres y niñas y que hay más de seis millones que no saben que viven con el VIH y son potenciales transmisores.
En su mensaje por el Día Internacional del Sida, este 1 de diciembre, la directora del organismo de la ONU encargado de luchar contra la enfermedad, Winnie Byanyima, recordó que esta sigue siendo una pandemia y sólo podemos combatirla si terminamos con las desigualdades que la avivan.
Imagen / UNAIDS
Donde se trabaja de forma conjunta y audaz, con los últimos adelantos científicos, atendiendo todas las necesidades y protegiendo los derechos humanos, las muertes disminuyen, pero eso sólo ocurre en algunos lugares y para algunas personas, aseguró.
En resumen, ONUSIDA advirtió que de no combatirse las desigualdades entre los contagiados para acceder a medicamentos, tecnologías y recursos, aumentarán las muertes y la humanidad quedará durante décadas a merced de pandemias que colisionan entre ellas.
Sucede que el mundo se ha propuesto terminar con el Sida como un problema sanitario en 2030, pero todo lo que hemos visto hasta hoy, tanto con el VIH como con el SARS-CoV-2, nos enseña que para lograrlo, primero hay que cambiar al mundo tal y como funciona.
Antivalores como la codicia, el egoísmo, la indiferencia, la corrupción y la indolencia son dominantes en el planeta, con muy pocas y destacadas excepciones, por lo que nuestra especie se mantiene, como dice ONUSIDA, desigual, sin preparación y bajo amenaza.