Violencia en Ecuador
Por: Roberto Morejón
Lo que parecía un hecho repudiable, sin trascendencia, adquirió en Ecuador un matiz premonitorio. El asalto a un reportero de la crónica deportiva en febrero último, grabado por su camarógrafo, representó un eslabón en lo que sería una cadena de honda inseguridad en el país.
Mientras se preparaba para salir al aire, el periodista Diego Ordinola fue abordado a punta de pistola y despojado de su teléfono móvil por un hombre que huyó en su moto.
El corto video recorrió las redes sociales y generó respaldo hacia el atracado, pero el acontecimiento fue seguido por muchos más.
La violencia e inseguridad en Ecuador reflejan los peores índices de los últimos nueve años, asociados al auge del crimen organizado y al narcotráfico.
Entre el 1 de enero y el 27 de diciembre de este año se registraron 2.440 muertes violentas, entre asesinatos, homicidios, feminicidios y sicariatos, lo que se traduce en 1.099 difuntos en episodios impetuosos más, en relación con 2020.
Las bandas intervienen en refriegas por el control de zonas de influencia vinculadas con las rutas del trasiego de narcóticos.
Expertos destacan el aumento de la intimidación social, con muertes intencionales de mujeres, junto al apogeo de abordajes a personas y robo de viviendas, comercios y vehículos.
Pocos municipios tienen estudios sobre las causas del flagelo y carecen de programas y operaciones para contenerlo.
Peor aún, las escaramuzas entre irregulares sorprenden a transeúntes entre las balas, en lo que analistas señalan como una delincuencia en alza, exacerbada por la pobreza.
Más de cinco millones de ecuatorianos sufren de ese mal y apenas 30 de cada 100 en edad de trabajar tienen empleo.
Con menos oportunidades, las personas son más vulnerables a vincularse con economías ilegales, apuntó el docente universitario Andrés de la Vega.
De ahí la superpoblación en las cárceles, donde tres motines en 2021 provocaron centenares de muertes, como balance del ajuste de cuenta entre bandas.
Desde que el conservador presidente Guillermo Lasso asumió el cargo se refirió al asunto como prioritario, pero pocos pasos ha dado, salvo una mayor militarización, al irrumpir soldados en el control citadino, junto a la policía.
Vivir en la incertidumbre, ante el temor de ser víctima de un asalto como Diego Ordinola, agobia a los ecuatorianos.