Imagen tomada de CNN.
Por: Roberto Morejón
Si las administraciones de Donald Trump y Joseph Biden les hubieran dedicado el tiempo a la crisis humanitaria en la cárcel de Guantánamo que destinaron a hostigar a Cuba, los reos en ese enclave quizás tendrían un presente menos lóbrego.
Los funcionarios de la Casa Blanca les deparan a los cubanos muchas horas, todas para hacerles más enrevesado esquivar los graves efectos del bloqueo, recrudecido por Trump y sostenido por Biden.
Sin embargo, les dan la espalda a las graves violaciones de los derechos humanos cometidos en el penal de Guantánamo, tristemente célebre por ubicarse en una base en territorio usurpado a los cubanos.
Veinte años de su apertura cumplió la referida instalación, donde centenares de extranjeros han purgado largos períodos de encierro, sin ir a juicio, en la mayoría de los casos sin acceso a abogados de defensa.
La administración demócrata observa con su mirada prejuiciada a la mayor de las Antillas, sin detenerse en los calabozos de Guantánamo.
Mientras afirma, sin aportar evidencias, que en la nación caribeña las autoridades quebrantan normas para procesar a ciudadanos por su presunta participación en los disturbios del once de julio de 2021, el gobierno de Biden hace caso omiso de las acusaciones por las atrocidades en las galeras de Guantánamo.
El macabro recinto llegó a albergar más de 700 presos, supuestamente terroristas, sin que se demostrara jurídicamente, aunque tal dilación contrastó con la rapidez al someterlos a tormentos.
El ahogamiento aparente, la privación de sueño o la exposición a temperaturas exageradas, se inscribieron en el abanico de vejámenes utilizados por los carceleros estadounidenses en el enclave en territorio despojado a Cuba.
Así lo confirmaron varios de ellos que lograron salir como Mohamedou Ould Slahi, cautivo en Guantánamo durante 14 años, torturado, según dijo, durante 70 días e interrogado 18 horas al día durante tres años.
Claro, el presidente George W. Bush expresó al abrir el penal que la Convención de Ginebra no resguardaba a sus prisioneros.
Un cheque en blanco para los regentes, sin que los inquilinos de la Casa Blanca hicieran lo suficiente para evitarlo.