Prensa Latina
Por: Roberto Morejón
El paso por La Habana del compositor, arreglista y pianista cubano Ignacio “Nachito” Herrera, residente en Estados Unidos, dejó una profunda huella de sensibilidad, más allá de vestir de gala los escenarios.
El amor por su tierra natal, la reverencia a artistas y profesores antillanos que le aportaron a su maestría y la dedicatoria a científicos y médicos de Estados Unidos y Cuba por contribuir a devolverlo a la vida tras contagiarse con el SARS-Cov-2, también signaron su desplazamiento por escuelas de arte, sets de prensa y reuniones con colegas.
Participante en la edición 37 del Festival Internacional Jazz Plaza 2022, Herrera reiteró aquí el apego a sus orígenes, independientemente de que en Minnesota, donde reside, transcurren su vida actual y relación con la cultura.
El pianista vino a La Habana, además, como portador de un donativo de instrumentos musicales para favorecer la enseñanza artística en el país donde aprendió los rudimentos de la música.
Por demás, también trajo insumos médicos acopiados por personas solidarias en Minnesota y otros estados, deseosas de ayudar, aunque sea de forma modesta, a Cuba en momentos de limitaciones materiales, a causa del bloqueo estadounidense y el impacto de los gastos para enfrentar la Covid-19.
En opinión de Ignacio Herrera, esta es la mejor vía para fomentar las relaciones respetuosas y civilizadas entre ambos países.
Sabia formulación conceptual la del prominente músico, quien en estado de coma a causa de la enfermedad recibió asistencia médica de profesionales estadounidenses y Cuba.
Hondamente agradecido por esa acción que, como define, le salvó la vida, el pronunciamiento del intérprete eminente hizo pensar a muchos sobre cuánto más podría hacerse si las barreras entre Estados Unidos y Cuba cayeran, para allanar la cooperación mutuamente ventajosa.
Ya se hizo anteriormente, sobre todo durante la administración de Barack Obama. Ahí están los estudios clínicos en Nueva York con una vacuna cubana para determinados casos de cáncer de pulmón.
Al ver sobre el escenario de un teatro habanero a una directora estadounidense de orquesta, a “Nachito”, y talentosos jóvenes instrumentistas cubanos, muchos evocaron la utilidad de compartir proyectos, como con la música, tradicional puente entre ambos pueblos.