Foto / BBC

Por: Guillermo Alvarado

Autoridades migratorias de Estados Unidos detuvieron en 2021 a más de dos millones de personas en la frontera con México cuando intentaban adentrarse en el territorio del país norteño sin la documentación requerida, lo que representa la cifra más elevada desde que se llevan estos registros.

Durante ese período murieron en esa zona 650 migrantes, la mayor parte de ellos orillados a intentar el cruce por sitios muy peligrosos debido al recrudecimiento de la persecución de que son objeto, circunstancia que no se ha detenido con la actual administración.

Desde 2014 no se producía un número tan elevado de decesos, lo que significa que se incrementa la cifra de quienes buscan a toda costa, incluso arriesgando sus vidas y las de sus acompañantes, llegar hasta el país que se muestra como tierra de oportunidades.

Los números no contienen a quienes mueren durante el trayecto desde que salen de su lugar de origen, víctimas de accidentes, asaltos, enfermedades y otros males, una tragedia cuya magnitud difícilmente se llegará a conocer con exactitud algún día.

El gobierno de Joseph Biden fracasó en todas las líneas durante su primer año de gestión para contener esta crisis.

Pero no es ese el único lugar donde se estrellan los sueños de quienes aspiran a dejar atrás necesidades, hambre o violencia y encontrar un futuro mejor.

Los áridos caminos que van hasta el norte de África y las aguas del mar Mediterráneo han devenido tumba de miles de seres humanos, ante la indiferencia de muchos gobiernos europeos que son, en buena medida, responsables de la miseria imperante en el llamado Continente Negro.

Existen tres vías por donde transitan los migrantes en esa zona. La primera es la llamada de Europa Central, cuyo punto de partida es Libia y el de destino generalmente es Sicilia, en Italia, o Malta.

Suele ser la más mortal y el cruce de Libia, país al que la OTAN y Estados Unidos llevaron prácticamente a la edad media, es un martirio debido a la presencia de bandas armadas y el resurgimiento de los mercados de esclavos.

La segunda ruta es la Occidental que lleva hasta las costas de España y una derivación de ella conduce a las Islas Canarias.

El viaje por la vía Oriental parte de Turquía y se dirige a Grecia, en particular a la isla de Lesbos, desde donde se difunden imágenes terribles sobre las condiciones en que viven quienes consiguen llegar hasta allí.

No será diferente el 2022, con cientos de miles buscando un sueño inexistente en las potencias que, de una u otra manera, colaboran con su desesperación para luego cerrarles las puertas con asombrosa y criminal frialdad.