“Madres buscando a sus hijas e hijos, verdad y justicia” | Foto: Facebook Nuestros Desaparecidos Cohahuila
Por: Guillermo Alvarado
Como en varios países de América Latina, en México se celebró ayer, 10 de mayo, el Día de las Madres, fecha que para decenas de miles de mujeres en ese hermano país tuvo un sabor amargo porque suman varios años sin conocer cuál es el paradero de sus hijos, víctimas de desapariciones forzadas.
En numerosas urbes, incluida la Ciudad de México, la capital, se realizaron marchas para protestar contra ese crimen atroz y demandar a las autoridades que se agilice la búsqueda de por lo menos cien mil personas, la mayoría jóvenes, de cuyo destino no se sabe absolutamente nada.
La práctica del secuestro y desaparición ha sido una lamentable constante en ese país, donde todavía hay familiares que indagan sobre casos ocurridos en la plaza de Tlatelolco en octubre de 1968, cuando fuerzas de seguridad y el ejército arremetieron contra estudiantes que protestaban en ese lugar.
Sin embargo, esta plaga se multiplicó luego de que el expresidente Felipe Calderón Hinojosa, quien gobernó entre 2006 y 2012, acató la imposición de Estados Unidos de librar en su país una guerra contra el narcotráfico.
Ya antes de eso, el trasiego de estupefacientes era un problema grave en México, que comparte más de tres mil kilómetros de frontera con su vecino del norte.
Durante ese enfrentamiento el suelo mexicano fue prácticamente sembrado de cementerios clandestinos, que eventualmente son descubiertos, pero se avanza poco en la tarea de la identificación de los cuerpos.
El presidente Andrés Manuel López Obrador se comprometió a investigar estos hechos, que incluyen la desaparición de 43 estudiantes de una escuela formadora de maestros en el municipio de Ayotzinapa, estado de Guerrero.
La misma magnitud del problema y la corrupción en que estuvo envuelto el país durante esos años, convierten en titánica la tarea de este gobierno.
En la marcha de madres de desaparecidos realizada en la capital de México estuvo un grupo de mujeres originarias de países de América Central, que tratan de saber qué pasó con sus hijos, con quienes perdieron contacto cuando cruzaban ese país con destino a la frontera estadounidense.
Los migrantes son un sector que sufre con dureza estos crímenes, algunos de ellos porque no pueden pagar las extorsiones de bandas de traficantes, a veces coludidas con autoridades venales, y otros porque son secuestrados para destinarlos a la explotación sexual o laboral.
La desaparición forzada es un delito terrible, que no prescribe y se sigue cometiendo hasta que se tenga la certeza de cuál es el paradero de la víctima o del lugar donde están sus restos, es una forma macabra de producir dolor y extenderlo indefinidamente.