Por: Roberto Morejón

Ni siquiera porque un grupo de millonarios participantes tuvieron la excentricidad de pedir el aumento de los impuestos para personas como ellos en todo el mundo, la edición de este año del Foro de Davos abandonó su fachada como reunión de los opulentos, en choque con la masa de desposeídos a nivel global.

Varios acaudalados se unieron a activistas que protestaban contra el círculo de los ricos para pedir sistemas fiscales más ajustados en la Tierra.

Esa singularidad No le cosechó a la tertulia los ribetes llamativos esperados, y sesionó después de dos años de tregua por la pandemia sin prescindir del  denominador de club exclusivo de las élites económicas.

En efecto, el Foro Económico de Davos, nombre de la ciudad alpina suiza donde se realiza, es un evento anual que congrega a directivos de compañías, académicos y jefes de Estado, unos creyentes del neoliberalismo y otros interesados en atraer inversionistas.

Sin tomar decisiones concretas y solo sugerir líneas de actuación, los participantes intercambian pareceres sobre la coyuntura de turno, como la de este año, marcadamente sombría.

Después de los estragos causados a la economía mundial por la Covid 19, el planeta se enfrenta a una crisis política y geoestratégica, con Estados Unidos y aliados alimentando tensiones con Rusia y China.

Lo anterior y el impacto de la operación militar de Rusia en Ucrania contribuyen a la inestabilidad de la economía global, con afectaciones en las cadenas de suministro e inflación galopante. 

Las alzas pronunciadas en los precios de la energía y alimentos y otros ángulos de la crisis restaron espacio en el Foro de Davos a los análisis acerca de diferentes asuntos colocados en la agenda, como el cambio climático.

Ante el escepticismo por el rumbo de los acontecimientos y el fracaso del capitalismo neoliberal en la búsqueda de respuestas a apremios de la Humanidad, en el cónclave optaron por la ojeriza hacia Rusia.

En un escenario ahora desprovisto de nieve, dejaron a un lado el reporte de la organización benéfica Oxfam sobre el surgimiento en los dos últimos años de un nuevo multimillonario cada 30 horas.

En contraste, la fuente calculó en cerca de un millón de personas las sumergidas en la pobreza extrema cada 33 horas este año.

No parece que otorgándole más aliento a la confrontación actual en lugar de ayudar todos a reducir las fricciones entre los beligerantes, el mundo encuentre respiro para atender sus urgencias económicas.