Dos nuevos lamentables sucesos de violencia policial conmocionaron en la última semana a Brasil.

Por: María Josefina Arce

Dos nuevos lamentables sucesos de violencia policial conmocionaron en la última semana a Brasil. El uso desmedido de la fuerza por los agentes del orden se ha convertido en una constante en el gigante suramericano, donde los afrodescendientes y pobres son los principales objetivos.

Un joven negro con discapacidad es la víctima más reciente. Genivaldo de Jesús Santos murió al ser encerrado en el baúl de un auto policial y asfixiado con gas lacrimógeno, así confirman videos difundidos por la prensa brasileña.

El joven fue detenido por oficiales de la patrulla de carreteras, y a pesar de que acató la orden de inmediato, como señalan testigos del hecho, fue golpeado e introducido en el baúl de dónde salía una espesa humareda.

Días antes unas 25 personas murieron en la favela de Vila Cruzeiro, en Río de Janeiro, durante un operativo policial contra supuestos narcotraficantes. Vecinos de la comunidad denunciaron que los agentes no dudaron en invadir casas y matar hasta con armas blancas. Existen además, sospechas de torturas y ejecuciones sumarias  por los uniformados.

El hecho se convirtió en la segunda acción más trágica de Río Janeiro. Hace un año 28 personas murieron en la favela de Jacarezinho también durante un operativo contra el tráfico de drogas.

La violencia policial ha despertado la preocupación de la ONU que exhortó al gobierno que preside el ultraderechista Jair Bolsonaro a adoptar medidas urgentes para evitar la ocurrencia de nuevos hechos de esta índole y la impunidad.

Al referirse al asesinato del joven Genivaldo de Jesús Santos, el representante de Derechos Humanos de la ONU, Jan Jarab, señaló que la violencia policial contra la población negra en Brasil es extrema y tan común que parece naturalizada, y calificó el hecho de estremecedor e irrespetuoso de las prerrogativas ciudadanas.

La realidad es que, de acuerdo con el Foro brasileño de Seguridad Pública,  el pasado año el 79%  de las muertes a manos policiales corresponden a ciudadanos afrodescendientes.

Durante el mandato de Bolsonaro se ha incrementado el uso desmedido de la fuerza por los agentes del orden, ante su abierto apoyo a esas acciones.

De hecho tras el suceso en Vila Cruzeiro el ex capitán del ejército destacó la actuación de los agentes, a quienes incluso, calificó de valientes guerreros.

Lo cierto es que informes de organizaciones de derechos humanos y de la sociedad civil revelan que Brasil tiene una de las policías que más mata en el mundo. En 2021 se registraron más de seis MIL 100 víctimas fatales en acciones de los uniformados.

Aunque no es un fenómeno nuevo, el discurso del presidente no ayuda, sino que más bien incentiva de manera irresponsable el empleo desmedido de la fuerza contra negros y pobres, a quienes con una óptica discriminatoria y racista se asocian a hechos delictivos.

Analistas afirman que en la práctica los agentes actúan de manera distinta en los barrios de la clase adinerada en relación con las comunidades pobres. En el primer caso  solo disparan en defensa propia, mientras que a las favelas las ven como territorio hostil y disparan primero y preguntan después.

La impunidad rodea igualmente ese accionar violento. Muchas de las investigaciones sobre esos acontecimientos se cierran sin presentar cargos o los culpables son absueltos.

Han transcurridos pocos días de los últimos lamentables sucesos, y el gobierno de Bolsonaro parece dispuesto a estimular a sus fuerzas policiales a pesar de la violencia ejercida. Prevé recortar los fondos destinados a salud, educación y  ciencia para destinarlos a un aumento salarial de ese cuerpo, altamente cuestionado y en el que no confía la mayoría de los brasileños.