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Por: María Josefina Arce
Es un hecho innegable que a Pedro Castillo no lo dejan gobernar. Desde que en julio pasado asumió la presidencia del Perú variadas y constantes han sido las maniobras de la derecha para impedir que lleve adelante su programa de gobierno y ponga en marcha cambios en el país.
En todos los frentes ha sido atacado Castillo. Ahora el Fiscal de la Nación, Pablo Sánchez, decidió investigar al presidente, por la supuesta comisión de los delitos de organización criminal, tráfico de influencias agravado y colusión agravada.
Sánchez decidió incluir a Castillo en la indagación preliminar que abrió el pasado 5 de mayo en contra del ex ministro de Transporte y Comunicaciones Juan Silva y seis congresistas de Acción Popular.
Desde un principio fue claro el objetivo de la oposición de ir contra Castillo. Demorada fue la proclamación de su victoria sobre Keiko Fujimori, candidata de Fuerza Popular, en los comicios de junio del pasado año.
Un supuesto fraude fue el argumento al que recurrió la ultraderecha y que todavía esgrime hasta el cansancio, aún cuando la Fiscalía y los observadores internacionales demostraron que el proceso se realizó conforme a la ley.
En estos díez meses de mandato ha sido blanco el jefe de estado de dos maniobras de vacancia por supuesta incapacidad moral permanente, que no prosperaron en el Congreso. La ultraderecha fracasó en un primer intento en diciembre pasado de sacar del poder al profesor rural y sindicalista.
La segunda tentativa en marzo último también fracasó, al no conseguir los votos necesarios para su aprobación en el órgano legislativo.
El cuestionamiento a los miembros del gabinete de Castillo ha sido otro de los frentes de ataque de la oposición. El ejecutivo ha tenido que ser cambiado en varias ocasiones por las mociones de censuras aprobadas por el Congreso.
En las últimas horas fue juramentado un nuevo ministro de Trabajo y Promoción del Empleo, luego de que el órgano legislativo diera el visto bueno a un recurso contra la titular anterior.
La derecha, secundada por los grandes medios de comunicación, ya no sabe a qué artimaña recurrir, algunas son francamente ridículas, como la acusación contra el mandatario de haber plagiado su tesis de maestría hace más de diez años.
El presidente rechazó los cuestionamientos, que fueron calificados como un nuevo intento de desestabilizar al gobierno y socavar la legitimidad que le otorgó el pueblo peruano en los comicios de junio pasado.
No cesan los ataques contra el presidente peruano, constantemente amenazado de ser destituido. Obstáculos de todo tipo ha puesto la antidemocrática oposición a su gestión, que no dejan prosperar su programa de gobierno.
Sus maniobras afectan al país, lo desestabilizan y no permite trabajar por todos como pretende Pedro Castillo, que aún a pesar de este adversario escenario logró que fuera inmunizada la población ante la Covid-19.
