Frontera mortal

بقلم: Lorena Viñas Rodríguez
2022-06-28 10:54:19

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Por lo menos 37 personas murieron durante un intento masivo de saltar la cerca que rodea al enclave español de Melilla. Foto: AP

Por: Guillermo Alvarado

Por lo menos 37 personas murieron durante un intento masivo de saltar la cerca que rodea al enclave español de Melilla, ubicado en el norte de África colindante con Marruecos, en uno de los actos más despiadados perpetrados este año contra los migrantes en ese lugar.

Los miembros del grupo, alrededor de dos mil, eran originarios de diversos países del África Subsahariana y fueron atacados con exceso de fuerza por la policía marroquí, que también provocó numerosos heridos, varios de ellos de extrema gravedad por lo que el número de decesos podría crecer.

 Varias organizaciones no gubernamentales que trabajan en la zona para ayudar a quienes se desplazan por terrenos desérticos, denunciaron la brutal actuación de los agentes y demandaron una investigación rigurosa internacional para deslindar responsabilidades.

Una profunda indignación causaron en España las inhumanas declaraciones del presidente del gobierno, Pedro Sánchez, quien aplaudió al régimen marroquí por su papel en estos hechos y aseguró en declaraciones públicas que la operación había sido “bien resuelta”.

No dijo ni una sola palabra de pesar por la cantidad de fallecidos y lesionados, ni mostró piedad alguna para los familiares de las víctimas.

Tampoco se refirió al hecho de que aquellos que lograron cruzar la cerca fueron expulsados de manera sumaria, aún a sabiendas de que al otro lado serían recibidos a golpes y estarían en peligro de muerte.

No es la primera vez que este cruce fronterizo cobra vidas humanas, pues a lo largo de 2021 perecieron unas dos mil personas que intentaron arribar a Melilla por tierra o por mar.

La cerca, que quizás inspiró a Donald Trump para intentar construir un muro que separara a su vecino México, tiene un nefasto historial en materia de derechos humanos.  Los primeros tramos se levantaron en 1971 para impedir el contagio de un brote de cólera en Marruecos.

Ya con el propósito de ser una barrera antiinmigrantes se edificó en 1998, en la administración de José María Aznar y en 2005 José Luis Rodríguez Zapatero, en un arranque muy civilizado, mandó a poner cuchillas afiladas en la parte superior para causar lesiones a quienes tratasen de escalarla.

Las impactantes imágenes de las profundas cortadas en manos y piernas de los migrantes causaron tal repulsión, que debieron retirarlas pocos años después.

La edificación cuenta con sensores para detectar movimientos, equipos de visión nocturna y torres de vigilancia con guardias armados, todo ello para proteger la “democracia” española de los bárbaros venidos de África, que no son rubios, ni tienen los ojos azules.     



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