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Por: Guillermo Alvarado

El Fondo Monetario Internacional, FMI, advirtió que si este año está siendo muy difícil para la economía global, afectada por una inflación sin precedentes, los daños de la pandemia y las perspectivas de una crisis energética, el 2023 puede ser aún más complejo.

La directora ejecutiva de la entidad multilateral de crédito, Kristalina Georgieva, explicó que muchas situaciones de riesgo que se preveían hace unos meses ya se están concretando, por lo que el crecimiento mundial será sin duda alguna menor al 3,6 por ciento pronosticado en abril reciente.

Uno de estos problemas es el alza constante de los precios, que van mucho más allá de los alimentos básicos y la energía para abarcar a una amplia gama de productos, lo que no se le puede achacar solo a la guerra en Europa del este, como se ha venido haciendo desde febrero pasado.

Estados Unidos, por ejemplo, que no depende para nada de los granos de Ucrania, ni del gas o el petróleo rusos, y para el que la guerra es un gran negocio y no una desgracia, está sufriendo una espiral inflacionaria sin precedentes en los últimos 40 años, por lo menos.

De acuerdo a los datos más recientes, en junio el Índice de Precios al Consumidor subió hasta el 9,1 por ciento, o sea más allá de lo previsto.

Si bien el precio de la gasolina, los alquileres y la comida estuvieron a la cabeza, el incremento fue prácticamente generalizado, lo que representa un serio revés para la mayor economía del mundo, donde el fantasma de la recesión asusta dentro y fuera de sus fronteras.

El FMI volvió a rebajar las perspectivas de crecimiento para la economía de la potencia norteña, situándolas en 2,3 puntos para este año, y recortó el pronóstico del incremento del Producto Interno Bruto, PIB, de 2023 a sólo el uno por ciento.

Hay una expresión muy popular y certera que dice: cuando los de arriba estornudan, los de abajo sufren pulmonía, y se pueden apreciar ya graves muestras de descontento en países pobres por el alza del costo de la vida, como ocurrió en Ecuador y más recientemente en Sri Lanka.

Pero las bajas colaterales por esta crisis también ocurren en lugares más acomodados y una muestra es el intento de renuncia del primer ministro de Italia, Mario Draghi, quien no pudo sacar adelante en el Parlamento un proyecto destinado a la creación de un paquete de ayuda contra la inflación.

En el ínterin, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo advirtió que más de 71 millones de personas están siendo empujadas hacia la pobreza extrema, una tragedia que refleja las debilidades de un sistema diseñado para beneficiar a unos pocos y destruir a muchos.