Protesta en Memphis por la muerte de Tyre Nichols. JOE RAEDLE / AFP

Por María Josefina Arce.

El 2023 no ha empezado nada bien para Estados Unidos. La brutalidad policial y las muertes por armas de fuego han marcado el primer mes del año en el norteño país, donde hechos de esa índole se han convertido en parte del día a día de  la sociedad.

La muerte del joven afroamericano Tyre Nichols, tras recibir una golpiza por cinco oficiales de la ciudad de Memphis, ha reabierto el debate sobre el excesivo uso de la fuerza por los agentes policiales contra la población negra.

El video, dado a conocer por las autoridades, ha impactado a los estadounidenses por la violencia contra el joven,  que murió horas después de su arresto. El hecho ha provocado protestas en varias ciudades a lo largo y ancho del país.

Lamentablemente no es este  un suceso aislado. Fresca está en la memoria el asesinato de George Floyd, en 2020 en la urbe de Minneapolis. Un caso que también desencadenó una intensa  ola de protestas para exigir justicia y el fin de la brutalidad policial, una de las violaciones de los derechos humanos más grave y perdurable en Estados Unidos.

Aunque varias ciudades han aprobado políticas de uso de la fuerza más restrictivas, es una realidad que esta situación se ha agudizado. De hecho en 2022 se registraron al menos mil 176 homicidios cometidos por los agentes del orden, la cifra más alta en una década cuando los expertos iniciaron una base de datos sobre este tipo de sucesos.

Un último estudio revela que los ciudadanos afroamericanos tienen tres veces más posibilidades que los blancos  de convertirse en víctimas.

Junto a esta situación, hay otra que igualmente preocupa a los estadounidenses, los tiroteos masivos, que solo transcurrido el primer mes del año contabilizan ya unos 40, con un saldo de varias víctimas mortales y lesionadas.

De acuerdo con la organización Archivo de Violencia Armada , esta cifra equivale a un acto de violencia armada cada 24 horas.

En el 2022 los tiroteos masivos en territorio estadounidense rebasaron los 600, mientras que MIL 358 adolescentes murieron por una lesión provocada por un arma de fuego,  precisó la organización que registra casi en tiempo real estos tipos de incidentes.

Lo cierto es que en Estados Unidos existe más armamento en manos de civiles que población, los homicidios con armas de fuego son 25,2 veces más altos que en el resto de los países desarrollados y hay más tiroteos masivos que en cualquier otro lugar del mundo.

Pero los esfuerzos por frenar esta situación chocan con fuertes intereses políticos, y con la famosa segunda enmienda de la Constitución, que favorece la tenencia de armamento y es esgrimida por quienes son partidarios de las armas para impedir cualquier regulación.

La brutalidad policial y la violencia por armas de fuego son dos males endémicos en Estados Unidos, una nación con un profundo racismo, que está institucionalizado, y una cultura de las armas que se ha convertido en una epidemia.