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Por María Josefina Arce

La Amazonía peligra. Sin una acción urgente podría llegar a un punto de no retorno, poniendo en riesgo la supervivencia de los pueblos originarios que la habitan, del 10% de la biodiversidad conocida del mundo y agravar la crisis climática, que afecta a todos.
    
Por eso Leticia, la capital del estado colombiano del Amazonas, fue en los últimos días escenario de reflexión, debates y sugerencias para proteger la Amazonía, cuya destrucción avanza rápidamente y puede acelerar el cambio climático que amenaza al mundo.
  
Ministros de Ambiente de los países que comparten la mayor selva tropical del planeta, representantes de los pueblos indígenas, empresas, sectores productivos, científicos e investigadores se dieron cita en la ciudad colombiana para unir voluntades a favor del cuidado de este patrimonio natural de la Tierra.
   
Y hasta allí también se trasladaron los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y de Colombia, Gustavo Petro, quienes dialogaron sobre la necesaria y urgente coordinación regional de las naciones con territorio amazónico.
    
La presencia de los dos mandatarios ha sido un impulso para avanzar en la concertación de acciones conjuntas, y una muestra de su alto compromiso para frenar la destrucción de la Amazonía.
   
De hecho sus gobiernos han trabajado por proteger la selva tropical, con resultados alentadores. En Brasil se logró en los primeros seis meses del presente año reducir en 33% la deforestación, mientras que Colombia concluyó 2022 con una disminución de 25%.
   
Los participantes en la cita de Leticia señalaron que es indispensable detener la deforestación, la minería ilegal y el uso indiscriminado de la fauna, flora y otros recursos en esos territorios.
   
Además, subrayaron que es necesario generar oportunidades para las comunidades, a través de una economía que restaure sistemáticamente la selva.
   
El encuentro posibilitó poner en la agenda del debate las preocupaciones y alternativas para el cuidado de la Amazonia de los más de 400 pueblos indígenas que la habitan.
   
Abrió igualmente el camino para la Cumbre Amazónica, que se llevará a cabo el 8 y 9 de agosto próximo en la ciudad brasileña de Belém de Pará, que buscará rescatar los principios del Tratado de Cooperación Amazónico de 1978, y del que nació en 1995 la Organización del Tratado de Cooperación Amazónico.
   
El encuentro en Belém de Pará será una oportunidad para que la comunidad internacional preste la atención que requiere la Amazonía y se sume a este esfuerzo de los países que la comparten, y que en definitiva es para bien del planeta en que vivimos.