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Por María Josefina Arce
En un acto criminal, de total desprecio por la vida, al final de la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos lanzó el 9 de agosto de 1945 una bomba atómica sobre Nagasaki, tres días antes lo había hecho contra Hiroshima. Las dos ciudades japonesas se convirtieron en un infierno, la muerte sorprendió a sus habitantes en menos de un minuto.
No existen cifras exactas de cuántas personas fallecieron en el momento o en los meses posteriores a las explosiones. Algunos estiman que para diciembre de 1945 el número era de 110 mil, otros lo sitúan en más de 210 mil.
Pero el horror de aquellos días siguió cobrándose más víctimas a lo largo del tiempo. Cataratas, tumores malignos, cáncer de tiroides, seno y pulmón desarrollaron en los años posteriores los sobrevivientes de los bombardeos atómicos.
Hiroshima y Nagasaki son lamentablemente un recordatorio del peligro que representan las armas nucleares para el mundo, donde se estima hay cerca de 22 mil y cuya eliminación total debería ser una prioridad, pues su sola existencia representa una amenaza.
Sin embargo, a casi ochenta años de esas viles acciones, la ONU alertó sobre el aumento de las tensiones a nivel mundial y de las diferencias entre las naciones más desarrolladas.
A lo que se suma un hecho que debería ser una alerta: el aumento de los gastos militares. En el pasado año la cifra se elevó a más de dos millones de millones de dólares, equivalentes al 2,2 % del Producto Interno Bruto del mundo.
Estados Unidos, el único país que ha utilizado en una guerra ese mortífero armamento, destinó 877 mil millones de dólares en 2022 a gastos militares, lo que supone 39% de los fondos destinados a nivel mundial a ese fin.
De acuerdo con el Instituto Internacional de Investigación para la Paz, de Estocolmo, solo para operaciones y mantenimientos militares la norteña nación invirtió 295 mil millones de dólares.
En los últimos días grupos pacifistas exhortaron al gobierno de Estados Unidos a detener el enorme gasto militar y poner fin al peligro que se cierne hoy sobre el mundo de una guerra nuclear.
Sobre este peligro alertó en reiteradas ocasiones el líder histórico de la revolución cubana, Fidel Castro, quien señaló que el uso de las armas nucleares en una guerra implicaría el fin de la humanidad.
El mundo nunca ha estado seguro por la existencia de este mortífero armamento, el cual, como señaló Fidel Castro, debería desaparecer para preservar la vida de todos.