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Por María Josefina Arce

La ciencia, tecnología e Innovación deben ser motores impulsores del desarrollo sostenible y para avanzar en el bienestar de los pueblos, sin embargo, como reiterara Cuba en la ciudad sudafricana de Johannesburgo las naciones del Sur ven limitado su acceso a estas herramientas, que monopoliza el Norte industrializado.
   
En su intervención en la ultima jornada de la Cumbre del BRICS, conformado por Brasil, India, China, Rusia y Sudáfrica, el presidente cubano, Miguel Díaz Canel, denunció que el desarrollo científico-técnico está en manos de un grupo de países que acaparan la mayoría de las patentes, las tecnologías, los centros de investigación y promueven el drenaje de talentos de nuestros Estados.
    
La pandemia de la COVID 19 volvió a mostrar esta realidad. Los países desarrollados acapararon las vacunas contra la enfermedad causada por el nuevo coronavirus, en detrimento de los pueblos más humildes.
   
Un estudio publicado el pasado año por la revista Nature asegura que más de un millón de vidas se podrían haber salvado en 2021 si las vacunas hubieran sido repartidas equitativamente con las naciones de bajos ingresos.
   
Como presidenta pro tempore del Grupo de los 77+China, la Mayor de las Antillas por tanto, ha convocado para septiembre venidero en La Habana a una Cumbre de los jefes de Estado y de Gobierno sobre el tema para unir esfuerzos.
  
Y es que en el Sur hay grandes potencialidades para la ciencia, tecnología e Innovación. Ese es el caso de Cuba, que hoy exhibe notables avances en la biotecnología con productos que no solo benefician a los cubanos, sino también a ciudadanos de todo el mundo.
   
Por demás, Cuba y China, miembros del mecanismo, son un ejemplo de cuánto se puede hacer gracias a la cooperación en ciencia y tecnología. El estrecho vínculo entre las dos naciones ha posibilitado en los últimos veinte años decenas de proyectos de investigación e inversiones conjuntas.
   
Ha permitido la transferencia recíproca de tecnologías de avanzada y la producción y comercialización de productos y equipos.
   
También la ejecución de proyectos más ambiciosos como un centro de innovación en el campo de la neuroinformática y la medicina de precisión.
  
La alianza entre La Habana y Beijing en este campo demuestra la factibilidad de la cooperación complementaria y recíprocamente provechosa.
  
De ahí que Cuba insista en la necesidad y urgencia de que el Sur se una, se complemente e integre sus capacidades para poder hacer frente a los actuales y futuros desafíos.
  
La Cumbre de La Habana será sin dudas, una oportunidad para trazar estrategias y trabajar en ese camino que se materialice a favor del Sur global.