Robert Card principal sospechoso del tiroteo masivo en Lewiston.
Por Roberto Morejón
Lewiston, la segunda ciudad en importancia del nororiental estado norteamericano de Maine, se sumó a la macabra enumeración de sitios que en aquel país han sido escenario de aparatosos tiroteos masivos, como Uvalde o Columbine.
Llueven las historias sobre el tirador solitario que, rifle de asalto en mano, abrió fuego en dos lugares públicos, mató a 18 e hirió a más de seis decenas.
Se reiteran, como es habitual en estas desdichas, los detalles de la trayectoria del homicida, en este caso con antecedentes mentales y preparación militar.
Pero pocos se detienen en la médula del hecho, de que aquella sociedad se desangra, pues solo en el año en curso los tiroteos masivos rebasaron la cifra de 560, con poblaciones conmocionadas, familias que sufren y pánico entre los supervivientes.
El instructor de armas señalado como autor de la refriega en Maine y su fuga inicial dicen poco del estado de pavor al que llevó a más de cien mil habitantes del condado de Androscoggin, obligados a encerrarse.
Descrito como un Estado tranquilo, sin cifras altas de muertes violentas por cada cien mil habitantes como Mississipi o Louisiana, el eminentemente rural territorio sufre ahora por tener vigentes regulaciones muy flexibles en la tenencia de armas.
Se trata de un fenómeno más o menos similar al de otros Estados, sin que las masacres, tiroteos, asaltos, ajustes de cuenta, robos y otros hechos sean tratados más allá de su ángulo anecdótico.
Republicanos y demócratas siguen enfrascados en una interminable polémica acerca de un proyecto de ley que, por iniciativa de la administración demócrata, prohíba únicamente las armas de asalto.
Pero la Asociación Nacional del Rifle y poderosos consorcios bloquean y pagan subvenciones a congresistas para impedir que la sensatez se abra paso.
Numerosos estadounidenses afirman estar reacios a desarmarse en un país donde el lenguaje de esos pertrechos es ancestral, exterminaron a la población nativa, inicia guerras y posee bases militares en otras latitudes.
Hoy cuando en Lewiston un tirador entrenado ha sembrado la muerte entre sus coterráneos, la administración demócrata estadounidense “premia” a su estrecho aliado Israel con el envío de gigantescos portaviones y buques y aviones asociados y excusa al genocida que bombardea civiles en Gaza.