El premier socialista dijo tener la conciencia tranquila y afirmó que el escándalo lo tomó por sorpresa.

Por Roberto Morejón

Un terremoto político se abatió sobre Portugal, al dimitir el primer ministro António Costa (en la foto), en el contexto de una polémica por alegados lazos de corrupción que, de acuerdo con versiones de prensa, se relacionan con la gestión de proyectos de extracción de litio y producción de hidrógeno.
 
El premier socialista, con ocho años de reconocida trayectoria, dijo tener la conciencia tranquila y afirmó que el escándalo lo tomó por sorpresa.
 
Los portugueses llamaron la atención sobre la fulminante y rápida pesquisa en varios ministerios, la residencia del propio Costa y oficinas de funcionarios, entidades públicas y privadas.
 
El proceso, en el que resalta la acusación de los fiscales al ministro de Infraestructura, Joao Galamba, abarca presuntos desvíos de fondos, corrupción activa y pasiva de figuras políticas y tráfico de influencias.

 En el centro de la encrucijada judicial y política figura la modalidad de la entrega de dos contratos para extraer litio, mineral considerado clave en el sector energético del futuro.
 
No por casualidad, Portugal posee las mayores reservas de litio de Europa y es el mayor productor en el continente.
 
Tan pronto como la Agencia portuguesa de Protección del Medio Ambiente autorizó dos minas de explotación de litio, grupos protectores del entorno y un sector de la población evidenciaron su rechazo.
 
A lo anterior se sumó la entrega de una obra de la empresa Start Campus para producir hidrógeno verde y construir un centro de datos en el sureño puerto de Sines.
 
De acuerdo con la prensa, los enclaves del litio integran la iniciativa verde en el Viejo Continente, impulsada por la Unión Europea, por lo que los sucesos en Portugal no tienen únicamente alcance nacional.
 
Incluso las minas de litio del norte portugués están próximas a la frontera con España, suficiente para que desde allí se escucharon alertas de grupos ecologistas.
 
Y no era para menos porque la comarca está al borde de la Reserva de la Biosfera Transfronteriza de Gerés-Xurés.
 
Ocurre que el interés despertado por el litio en el mundo choca con la preocupación y hasta alarma de lugareños, activistas a favor del entorno y quienes desean preservar los paisajes en bien del turismo.
 
Ellos rechazan la fiebre del litio, el llamado oro blanco de estos tiempos.