Foto: Naturaleza Secreta
Por Roberto Morejón
Junio es acentuadamente lluvioso en Cuba, pero el de 2024 ha dejado asombrados a los habitantes del archipiélago por la frecuencia e intensidad de las precipitaciones.
Atentos a los informes de los expertos en meteorología, los cubanos siguen el curso de vaguadas, sistemas de bajas presiones y otras situaciones, habituales en esta época del año, pero no por ello menos azarosas.
El último fin de semana fue particularmente borrascoso para buena parte de la mayor de las Antillas, sobre todo en el occidente.
En La Habana volvió a reeditarse la impresionante sucesión de inundaciones parciales, pues en algunos sitios no se recobró la calma hasta después de cinco horas, con acumulados de hasta más de cien milímetros de lluvia.
La subida de las aguas anegó calles, irrumpió en viviendas e interrumpió el tráfico de vehículos y peatonal, en parte también causado por la obstrucción de ciertos desagües, a los que no es posible llegar rutinariamente por las limitaciones existentes.
El diluvio afectó al frágil soporte habitacional, aquejado de falta de mantenimiento a causa de las carencias de recursos materiales y financieros, agravados por el bloqueo estadounidense y la inclusión de Cuba en una arbitraria lista de patrocinadores del terrorismo, según la óptica de Washington.
El fin de semana impidió a muchos habaneros y a residentes en otras provincias acogerse a su descanso para dedicarse a reparar averías, secar utensilios dañados y contribuir a retirar residuos de las vías.
Las arduas faenas, bajo la amenaza de más aguaceros, se extendieron a la reparación de un edificio alto habanero, donde se desató un incendio.
La respuesta de funcionarios capitalinos, bomberos, brigadas de rescate, personal de la salud y agentes del orden fue inmediata.
La deflagración fue controlada y más tarde extinguida en medio de la expectativa de los habaneros, sobre todo de los residentes en una zona capitalina densamente poblada.
Tanto por el referido hecho como por el ímpetu de los temporales recientes caídos sobre suelos saturados, ha sido necesario que las autoridades apelaran a la calma de los residentes.
Las exhortaciones son oportunas en cualquier momento del año, pero sobre todo ahora cuando meteorólogos advierten sobre la continuidad de precipitaciones.
Cuba está expuesta a la temporada lluviosa, iniciada tímidamente en mayo y los huracanes, cuyo número pudiera ser significativo en el Océano Atlántico y el Mar Caribe, advirtieron los entendidos.
Prudencia, disciplina, responsabilidad y disposición a colaborar para paliar posibles daños por intensas lluvias es lo que se espera de los cubanos.