Reclamo mundial de un cambio de política hacia Cuba. Foto: Archivo/MC
por María Josefina Arce
Estados Unidos se ha arrogado el derecho de emitir anualmente una lista de países supuestamente patrocinadores del terrorismo, totalmente manipulada, rechazada a nivel mundial y que no cuenta con el reconocimiento de ninguna autoridad internacional.
Washington incluye a su antojo a naciones que no se doblegan a sus exigencias e intenta justificar la aplicación de medidas económicas coercitivas, como es el caso de Cuba que paradójicamente ha sido víctima por décadas de acciones terroristas, organizadas y financiadas por los diversos gobiernos estadounidenses o por individuos que radican en el norteño país.
Desde 1982 la Mayor de las Antillas permaneció en esa arbitraria lista, hasta que en 2015 el entonces presidente Barack Obama decidió retirarla. Pero su sucesor en la Casa Blanca, el republicano Donald Trump, decidió en la postrimería de su mandato volver a incluirla.
A partir de ese momento no ha cesado el reclamo mundial de que sea excluida de esa espuria relación, que refuerza la asfixia económica de Estados Unidos contra el pueblo cubano, que ya es objeto de un inhumano bloqueo, precisamente recrudecido por Trump en medio de la pandemia de la COVID 19.
Cada día son más las voces que piden al actual inquilino de la Oficina Oval, el demócrata Joe Biden, que cumpla con su promesa electoral de un cambio de política hacia Cuba y la retire de la criticada lista.
De acuerdo con el Ministerio cubano de Relaciones Exteriores, casi medio centenar de gobiernos del mundo han condenado hasta el momento la permanencia del país caribeño en la ilegítima relación.
A esa condena se han unido personalidades internacionales, movimientos, organizaciones e instituciones, que han denunciado las consecuencias sobre la nación y las familias cubanas de esa arbitraria decisión.
Ese es el caso de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, que en los últimos días envío una carta al secretario norteamericano de Estado, Anthony Blinken, en la que instaba al gobierno a eliminar a Cuba del listado e iniciar el camino del entendimiento mutuo.
Esta medida coercitiva de Washington implica una amplia gama de sanciones contra personas y países que realicen intercambios comerciales con La Habana.
Como consecuencia bancos, instituciones financieras, empresas e inversores dudan a la hora de relacionarse con la Mayor de las Antillas, un obstáculo más para su avance económico, que igualmente se ve frenado por el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Washington desde hace más de seis décadas.
Cuba nunca ha patrocinado el terrorismo; por el contrario su accionar siempre ha sido a favor de la paz y el bienestar de todos los pueblos, una realidad que Estados Unidos intenta tergiversar a su conveniencia e interés.