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Por Guillermo Alvarado

Donald Trump, candidato a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Republicano y su equipo de campaña, parecen haber cometido un error de cálculo cuando forzaron el abandono de la contienda a su rival, el presidente Joseph Biden.

Con tan poco tiempo para reorganizar una contienda de esa envergadura parecía tarea imposible para el Partido Demócrata, sobre todo porque el magnate inmobiliario aparecía bien posicionado en la totalidad de encuestas de intención de voto.

Sin embargo, como reza el refrán popular, salió peor el remedio que la enfermedad, pues la sustituta del jefe de la Casa Blanca, la vicepresidenta Kamala Harris, quien tuvo una gestión bastante gris, subió el entusiasmo desde los primeros momentos entre los alicaídos seguidores.

Un primer dato fue su capacidad para recobrar el favor de los donantes, quienes empezaron a retirarse debido a la incertidumbre que generaba Biden, y en cuestión de unos pocos días logró recaudar más de 200 millones de dólares, un dato importante. Como todo el mundo sabe, en ese país el dinero es el principal lubricante de cualquier campaña electoral.

Pero, además de llenar las arcas, la señora Harris levantó el ánimo de muchos votantes y movilizó una cantidad impresionante de voluntarios, sobre todo entre los jóvenes y las minorías étnicas.

Lo que más preocupado debe tener a Trump y su equipo es que en apenas dos semanas ya se redujo a más de la mitad la ventaja que el republicano mantenía en los sondeos. 

Biden llegó a estar cinco puntos por debajo y un recuento reciente sobre el promedio de las cuatro principales casas encuestadoras reveló que ahora la diferencia es de sólo un par de puntos a favor del expresidente.

Incluso algunas investigaciones de opinión dan un empate técnico entre los dos rivales y eso podría moverse más cuando se conozca, en el curso de este martes, quien será el compañero de fórmula de Kamala Harris.

Hay que estar claros en que todavía no hay nada definido, pero entre el desastre que se esperaba en las filas de los demócratas y lo que está ocurriendo en estos momentos hay una clara diferencia.

Tampoco hay que caer en el error cometido cuando ganó la presidencia Barack Obama, cuando algunos sectores creyeron que por el mero hecho de ser negro las principales contradicciones de esa nación iban a desaparecer. Los meandros del poder real en Estados Unidos, no pasan por esas consideraciones.